por Neva Milicic
sicóloga y autora del libro "Cuánto y cómo los quiero"
Existen pocas expresiones que se hayan integrado más al vocabulario femenino que la que dice "ando con la mochila de las culpas'. Describe la sensación de muchas madres de no estar cumpliendo a la perfección su rol, posiblemente el más valorado personalmente por las mujeres y el más sancionado socialmente si no se cumple en forma casi perfecta.
Las mujeres suelen involucrarse más en las tareas y asumirlas con más responsabilidad y conciencia moral. A casi todas las mujeres que trabajan fuera del hogar las persigue una sensación de no darle el suficiente tiempo a sus hijos y de no cumplir acuciosamente con el trabajo.
Hay aquí un tema de equidad de género. Aunque los hombres cada día más participan en el cuidado de sus hijos, y esto alivia la carga, "participar" no es igual a "hacerse cargo". La responsabilidad última del cuidado de los niños recae sobre la mujer. Aunque los hombres hagan el 20% de lo que realiza la madre, rara vez los verá agobiados por el tema de las culpas. De allí, la importancia de que, cuando la madre trabaja, los padres compartan la responsabilidad.
Pero aquí no hay sólo una limitación que atañe a los hombres, sino que muchas veces las mujeres deben darles más espacio a los padres en las tareas con los niños. Porque hay que reconocer que algunas veces el mensaje es excluyente para la figura paterna.
Por otra parte, en el mundo del trabajo a las mujeres a veces se les limita la participación en discusiones de importancia, porque esas "reuniones" se fijan en horarios masculinos, es decir, en la mañana temprano, o después de la oficina, horas en las que las madres se hacen cargo de los niños. Es necesario poner el tema en la agenda pública para que las empresas tengan una política más amistosa hacia las familias, considerando la necesidad de ambos sexos de compatibilizar el mundo laboral con el mundo familiar.
Se podría pensar que la computación, el fax, el celular y otros avances tecnológicos han facilitado el trabajo desde la casa de las mujeres, pero hay que tener cuidado. Un estudio en Estados Unidos en el año 2000, demostró que las personas trabajan 175 horas más al año que en 1977, y de alguna manera muchas veces las responsabilidades de la oficina invaden frecuentemente los límites familiares. Hay que tener cuidado y tratar de que las fronteras no se vean sobrepasadas. Los padres cuando están en la casa es recomendable que estén disponibles para sus hijos y no pegados al computador. A veces es una suerte cuando el trabajo se puede realizar desde el hogar, para poder así estar más cerca de los niños, pero no es una suerte si se transforma en un factor que aumenta el estrés. No sólo porque es tiempo que se agrega a las horas ya trabajadas; también porque es realizado con tantas interrupciones que genera mucha tensión, comprometiendo la calidad de la atención de los niños y aumentando la fatiga laboral.
Una de las maneras de disminuir esta sensación es tener la certeza de que los hijos están bien atendidos. Aquí, si es posible, no ahorrar recursos, seleccionar con cuidado y delegar lo que está alrededor de los niños (lavado, algunas compras), de manera de tener tiempo para "estar con". Cuando se está, hay que "estar" con toda la atención puesta en el niño, expresando la felicidad de estar juntos.
Cuando se trabaja afuera es necesario contar con todos las redes de apoyo posible: abuelos, tíos, padrinos, que dan al niño una sensación de seguridad. Pensar en el bienestar del niño supone a veces ser capaz de superar los frecuentes y naturales desacuerdos entre padres y abuelos acerca de cómo educar a los niños.
Más importante que si usted trabaja o no, es la calidad de los vínculos que tiene con sus hijos, y esto pasa por estar disponible para ellos. El celular suele ser una gran ayuda. Es como andar con los hijos en la cartera. También es importante la cercanía y el apoyo. Un mensaje por correo electrónico, una tarjeta debajo de la almohada, son formas de estar presente y mitigar las ausencias. Los gestos son trasmisores del enorme afecto de los padres.
En la medida de lo posible se sugiere que el niño conozca qué hacen sus padres y dónde lo hacen. Transmitirles un mensaje positivo en relación al trabajo es una oportunidad y no una tragedia, no le maximice los problemas. Además, describirle al niño lo que su trabajo le aporta le permite conocer también lo que usted hace por él, por supuesto sin culpabilizarlo.
Y, finalmente, desarrolle su creatividad para que sus hijos perciban cuánto los quiere y que sepan que ellos constituyen para usted su primera prioridad.