martes, abril 22, 2008

Disminuir los temores

Por Neva Milicic sicóloga
La tarea de los padres es minimizar los miedos. Es imposible y no sería sabio anularlos, en la medida que constituyen una protección frente a los riesgos. El niño debe aprender a actuar con serenidad y a discriminar lo peligroso de lo que no lo es. Cuando los niños son pequeños experimentan un miedo normal a separarse de sus padres o de las personas que los cuidan, pero a medida que van creciendo comienzan a atreverse a explorar situaciones nuevas, no necesariamente con la compañía de sus padres. Si bien es necesario proteger a los niños de los peligros externos, a veces los miedos patológicos se originan en una actitud sobreprotectora, en que se les transmite la imagen de un mundo muy amenazante. Otras veces los miedos se originan por formas equivocadas de establecer la disciplina y de manejar situaciones límites. Por ejemplo cuando un niño pequeño no se quiere volver de un paseo, existe la tentación de amenazarlo y decirle que si vienen los perros, nadie lo podrá defender. El objetivo de los adultos no es sembrar el terror al abandono en la mente infantil, o a los perros, pero después no es de extrañar que el niño o la niña les tenga miedo. En general, es conveniente no utilizar demasiadas amenazas y menos que ellas sean tan terroríficas, que inunden la fantasía del niño o la niña con sentimientos de desprotección. En este sentido no es aconsejable dejar que los miedos se consoliden, por normales que parezcan; si permanecen mucho tiempo présteles atención, para evitar que se transformen en una conducta fóbica. Hay que darse el tiempo de escuchar a los niños y dejar que expresen los miedos y convencerlos de que si bien muchas personas tienen miedo, es necesario aprender a manejarlos. Hay niños que por temperamento, tienden a desarrollar más miedos, lo que se relaciona con su capacidad de anticipar riesgos y con la sensibilidad. Con los niños sensibles, es necesario cuidar la exposición a la televisión y dosificar las imágenes terroríficas de los cuentos, ayudándoles a distinguir la realidad de la fantasía, para que controlen sus miedos sin que la ansiedad limite sus posibilidades a enfrentar la realidad; así podrán ser valientes y luchar por lo que quieren lograr.