Aprender a perdonar
por Neva Milicic sicóloga
En muchas ocasiones, en el transcurso de nuestra vida, habrá personas que actuarán en forma que estimaremos poco justa con nosotros, o que cometerán errores voluntaria o involuntariamente, que nos causarán daños de diversa magnitud. Y ciertamente es normal y deseable reaccionar a estas situaciones. Pero quedarse pegado en ellas es dañino para la estabilidad emocional y para las relaciones con el mundo externo. Hay que aprender a perdonar, no sólo por el bien de los otros que son los eventuales agresores, sino que por el bienestar personal, ya que es muy desgastante y desenergizante acumular resentimientos. Quedarse "pegado" en estos temas no favorece el crecimiento personal. No necesariamente hay que olvidar lo sucedido, pero no hacer que esa rabia que produce la injusticia o el daño recibido se transforme en el único motivo de vida o en una preocupación central que nos disminuya la alegría de vivir. Cuando el daño recibido es muy grande, a veces hay que aprender a vivir con ello. En la medida de lo posible es deseable aclarar lo sucedido con la persona que le ha hecho daño y ver cuáles son las reparaciones posibles. Perdonar no es dejar impune las faltas cometidas, sino que aceptar las disculpas y escuchar las razones de la persona que nos hirió. Si la ofensa no es muy grave, ver qué se aprendió de esa experiencia, puede ser un mecanismo reparador. Reconocer que habrá muchas ocasiones en que también nosotros vamos a tener que ser perdonados nos hará más tolerantes. Por lo tanto, un niño que aprende a asumir una actitud de tolerancia y perdón, podrá reestructurar más rápido sus relaciones después de un conflicto. Los niños aprenden a perdonar observando la actitud con que sus padres enfrentan los errores y las equivocaciones de sus hijos y de otras personas. Si ven en ellos unos jueces implacables, descontrolados y que están constantemente echando en cara los errores cometidos con anterioridad, difícilmente podrán aprender a perdonar. Frente a los errores de los hijos, es necesario entender por qué los cometieron y ayudarlos amorosamente a encontrar el camino correcto. Un niño que no es perdonado por sus padres difícilmente se perdonará a sí mismo, y las personas que no aprenden a perdonarse pueden caer fácilmente en actitudes autodestructivas. La capacidad de perdonar es un don, pero también puede aprenderse, y es un aprendizaje que hará que sus hijos sean mejores personas y sin duda más felices.
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