martes, octubre 24, 2006

Cómo educar hijos con personalidad


Tres sicólogos y siquiatras uruguayos enseñan a los padres técnicas muy precisas para criar niños seguros, armónicos y estables. Advierten que los papás suelen mostrarse inseguros o agresivos con sus hijos en vez de firmes y flexibles, que es el mejor secreto para educar exitosamente.
Alexander Lyford Pike, el siquiatra uruguayo que hace un tiempo batió varios récords de venta con su libro "Ternura y firmeza con los hijos", recuerda una historia cuando habla de educación. Hace dos años en una subasta en Londres se remataba un violín de muy buena calidad y fino origen, pero que estaba en malas condiciones. Por más intentos que hacía el martillero, nadie ofrecía ninguna postura, hasta que un señor que estaba en el público se ofreció a afinar el instrumento. Lo tomó, lo apoyó en su barbilla y poco a poco comenzó a aparecer una música melodiosa. Inmediatamente se reactivó el remate y llovieron las posturas.Lyford comenta que los padres debieran ejercer su función cual afinadores de violines. "Ellos deben saber cómo ir modulando la personalidad de sus hijos para criar niños seguros, estables, firmes, armónicos". Igual a lo que logró esa persona con ese violín, por el cual nadie daba nada.Su nueva aventura es el libro "Hijos con personalidad... Raíces y alas", en que junto con las sicólogas Marianella Ciompi y María José Soler, entrega herramientas y técnicas bastante prácticas para que los padres desarrollen un nuevo modelo que les permita educar hijos con personalidad. "Personalidad en el de sentido que sean niños que puedan disfrutar y navegar en los cambios sin sufrirlos. Pretendemos que los niños aprendan a autocontrolarse, autodirigirse y autodominarse con el ejemplo de los padres", señalan los autores, que también trabajan juntos en el Instituto de Siquiatría y Sicología de Montevideo, un centro en que, además de terapias, asesoran a padres a través de charlas y conferencias. Marianella Ciompi y María José Soler son sicólogas bastante conocidas en su país, porque tienen un programa en la televisión abierta en que desarrollan temas de educación en valores. Ambas, además, son madres de cinco hijos, "por lo que pueden hablar también desde la realidad", resalta Lyford. Los autores constatan que los niños de hoy demandan más a sus padres, pero éstos a su vez les exigen menos, no sólo porque pasan menos tiempo con ellos, sino porque no saben exigir más. "No concordamos con esa teoría de ser padres-amigos de los hijos. Uno puede estar muy cerca de ellos conteniéndolos desde la autoridad. Hoy apreciamos además una falta de contención, y los hijos se ven perdidos sin ella". Marianella Ciompi aprecia en la generación de padres actuales menos fortaleza. "Somos menos fuertes al exigirles, porque nos parece que al hacerlo les causamos más daño que favor. Damos una orden y después no la corroboramos, y además nos parece que cuando les ponemos límites no los ayudamos, y eso es un error. Es cierto cuando dicen que los hijos de hoy no tratan de agradar a los padres, sino que son los padres quienes intentan todo el día consentir a los hijos. Se da una inversión de roles cuando en otras épocas era al revés. No es que antes fuese mejor, pero la autoridad sí se entendía de mejor manera, aunque los métodos no eran los adecuados". Hablan de autoridad paterna, pero bien entendida. "Los hijos necesitan de la autoridad para crecer sanos. Igual que los tutores que necesitan los árboles para crecer fuertes. Niños que crezcan admirando un modelo paterno, porque el vínculo que crearon es positivo".Los autores repiten muchas veces la importancia del vínculo como esencia de la educación con personalidad. Porque desde éste se puede trabajar la puesta de límites y porque se trata de una relación afectiva única e insustituible, basada en el amor. "Son los padres quienes conocen a sus hijos más que ninguna otra persona". Claves que hay que saber El ejercicio de educar con personalidad implica de los padres tres cosas: hacer valer eficazmente los derechos propios, respetando al mismo tiempo los derechos de los hijos; lograr que éstos perciban y entiendan el mensaje de los padres; tomar decisiones sobre lo que corresponde hacer con respecto de los hijos, y llevarlas a cabo sin cambios de posición que impliquen una claudicación. Claudicar es un verbo al que suelen acudir los padres, señalan los autores, o bien, ante situaciones de conflicto, suelen ser sumisos o dominantes. "Cuando un padre asume o se hace cargo de una situación conflictiva, puede responder en forma demasiado directa o fuerte. Muchos sienten que han fracasado si tienen que imponer sus decisiones para lograr que sus hijos les hagan caso. Otros han leído ciertos libros o escuchado a algunos profesionales que planteaban que la puesta de límites firme podría ser traumática y que siempre se debería encontrar una aproximación sicológica sin que importe la gravedad de las conductas". Pero invitan a no desanimarse porque existen herramientas para poder manejar las situaciones con comprensión y exigencia, confianza y respeto. Algunas son educar en positivo, ser consecuente en el actuar y de frentón hablar con claridad. Un conjunto de técnicas que se va aprendiendo a manejar y aplicar en determinados momentos, pero tampoco se trata de que los padres se transformen casi en robots apegados a los tecnicismos. "Para saber cuál aplico en cada momento se necesita mucho conocimiento de cada hijo, y para eso lo esencial es el vínculo afectivo basado en la confianza", dice Marianella Ciompi. Están conscientes de que los padres pueden ensayar conductas inadecuadas con sus hijos, respuestas que muchas veces llevan a perder autoridad. Algunas se transforman en verdaderas luchas por el poder, en que los padres intentan hacer entender a sus hijos con argumentos racionales, como si éstos fueran adultos, o bien, a través de gritos y amenazas, y terminan cayendo en el autoritarismo. "Como cuando un padre ejerce presión o violencia en el niño, no sólo física sino también sicológica. Tiene que ver el miedo. Otras veces los padres acuden a la manipulación o a los sobornos para lograr resultados. Todas estas cosas pueden resultar en el corto plazo, pero en el largo plazo los niños terminan actuando por esas amenazas o sobornos y no por la libertad, que en definitiva es el fin de la educación. No han logrado interiorizar la norma", señala María José Soler. Añade que aquí llegamos a un punto importante que tiene relación con la educación en valores y virtudes. "Cuando éstos se hacen un hábito operativo, es porque el niño ha incorporado que eso es bueno para él. Entonces intentamos no sólo dar técnicas para el hacer, sino también educar en el pensar y sentir, en cómo ir generando en el niño esta visión, en que diga por sí mismo: este aprendizaje es bueno para mí", comenta María José Soler. Parten del supuesto que es esencial que los niños se sientan queridos sin límites. Que experimenten un amor incondicional de sus padres, porque sólo eso les otorga seguridad ante la vida. "Quien ha tenido la experiencia del amor incondicional parte a la vida muy seguro, y a su vez el día de mañana se relacionará con las demás personas sin miedo. Enamorarse es en-amor-darse, entonces el que ha experimentado ese amor sin condiciones tiene mayor manejo de sí mismo. Es muy importante aprender destrezas como idiomas o computación, pero más fundamental es que tengan una personalidad segura", dice Alexander Lyford. Están convencidos de que ser papá sí se enseña, y de hecho alaban que cada vez más ellos estén interesados en aprender cómo educarse mejor, pero también piden a los padres confiar más en la propia intuición. "Yo reivindico el sentido común, porque me parece que nuestra generación lo ha perdido y que confiamos poco en el olfato que tenemos como papás; los libros dan apoyos y herramientas a los padres, pero el vínculo no lo puede sustituir nadie, y los papás de hoy día tienen que confiar más en que hay cosas que sí dieron resultados de su propia historia y deben reivindicarlas", señala Marianella Ciompi.
Las herramientas de la Educación con Personalidad

En el libro, los sicólogos desarrollan en detalle claves para orientar a los padres en su labor
  1. Educar en positivo
  2. Educar en valores y virtudes
  3. Hablar claro. Aprender a comunicarse.
  4. Hechos más que palabras: ser consecuentes con lo que decimos y, si es necesario, aplicar técnicas específicas de disciplina.
  5. Tener un reglamento familiar claro.
  6. Reuniones especiales.
  7. Aplicar planes de acción