sábado, junio 17, 2006

La difícil adolescencia

Uno de los períodos más críticos para la formación de la identidad, y para la relación padres-hijos, es la adolescencia. Los cambios son tan bruscos y de tal magnitud, que asumirlos es un proceso complejo. No sólo es un período difícil para el niño, sino que para toda la familia. Las quejas de los padres son frecuentes y también suelen sentirse bastante perdidos acerca de cómo ayudarlos, y se sienten muy cuestionados y sin autoridad.Sin duda que las quejas están fundamentadas, ya que uno de los cambios más significativos es el cuestionamiento de los padres. Este cuestionamiento es sentido como pérdida para el adolescente, que pierde la imagen idealizada que tenía de ellos, y para los padres, que pierden en gran medida la admiración de sus hijos.En todas las épocas, la adolescencia ha sido una etapa complicada, y a la vez decisiva para la elaboración del proyecto personal. La ruptura de la idealización, que hacía que los niños vieran a sus padres como seres más omnipotentes y perfectos de lo que eran. Esta caída del pedestal en que estaban los padres les produce rabia y pueden ponerse agresivos, dificultando la convivencia familiar.La forma de relacionarse con los hijos tiene que tomar en consideración estos cambios y no sentirse excesivamente heridos por las descalificaciones gruesas o sutiles. La tarea de esta edad es independizarse de los padres y ello pasa por rebelarse, discutir las normas y cerrar las puertas a la comunicación. Entender que muchas de las conductas son pasajeras ayudará a no sentirse tan sobrepasados y a no sobrerreaccionar frente a las dificultades.En este tiempo deben aprenderse otras formas de relacionarse con los hijos. La convivencia debe ser más cercana a la forma en que se relacionan dos adultos. Es necesario a la vez que se favorezca la autonomía y se estimule su capacidad de tomar decisiones, se mantenga la cercanía y se esté atento a las necesidades de los hijos. Apoyarlos les da una base de seguridad, en su iniciación en la exploración de las decisiones que marcan la vida adulta. A pesar de los conflictos y los sufrimientos, la adolescencia es una etapa maravillosa. Los vínculos que se generan en esta edad son de una gran intensidad y profundidad. Surgen los primeros enamoramientos, las grandes amistades, la adherencia a ideales políticos y religiosos, que se defienden con vehemencia y con sacrificios personales.Escuchar a los adolescentes puede ser revitalizador de los propios ideales. Olvidarse de las áreas de conflicto y escuchar sus utopías puede hacer que, en esta etapa difícil, comience entre padres e hijos una suerte de acercamiento que permite tolerar y pulir las diferencias. Si no se trabaja en los puntos de encuentro, en cultivar las relaciones fuera del área de conflicto, la interacción puede transformarse en algo muy destructivo para el adolescente y su familia.
Neva Milicic.