martes, julio 04, 2006

Las Invitaciones

Las invitaciones
por Neva Milicic Sicóloga (El Mercurio 4/7/06)

Invitar y ser invitado es una expresión de la calidad de los vínculos emocionales.
Pocas cosas que den mejor cuenta de la aceptación social de un niño son las invitaciones que recibe y también las que él cursa.
Tener amigos es establecer un vínculo personal, y si bien los niños y las niñas pasan muchas horas al día en el colegio con sus compañeros, no siempre el contexto escolar es el mejor espacio para la intimidad y para compartir cosas más personales.
La relación de a dos, o relación diádica, es la de mayor profundidad emocional, por lo que es aconsejable, especialmente cuando los niños son tímidos, invitarle un compañero o compañera para que profundice los vínculos emocionales, ya que ello lo segurizará.
Cuando están en educación básica, es preferible que las primeras invitaciones sean cortas y bastante programadas. "Te invito a ver una película" o a "jugar con un juego nuevo que me regalaron". Si los niños son tímidos, es útil tener algunas actividades programadas, ya que favorece la interacción, y si lo pasan mal podrían aumentar los elementos fóbicos a las relaciones sociales.
A cualquier edad, si por alguna razón su hijo no puede asistir a una invitación o a un cumpleaños, es importante que se disculpe y lleve un regalo a su compañero al día siguiente. Para los niños, que sus compañeros no asistan a sus cumpleaños es una experiencia realmente traumática y desafortunadamente no infrecuente.
Aníbal, de diez años, después de un cumpleaños al que convidó a diez compañeros y sólo fueron dos, desarrolló una fobia al colegio acompañada de sentimientos de exclusión social que costó mucho erradicar.
En invitaciones más largas, también el tiempo debe ser acotado. Antes de cursarlas se requiere hacer una historia de la relación y evaluar en qué medida los niños serán capaces de pasar un período largo juntos sin entrar en conflicto o sin echar de menos. Sería irracional invitar a un niño de doce años por una semana a la playa sin antes haberlo tenido como invitado en varias ocasiones y en lo posible que haya pasado alguna noche en la casa.
Bajo cuarto año básico, es decir, antes de los doce años, las invitaciones a alojar son complicadas. Hay que tener cierto grado de certeza de que el niño que ha sido convidado tenga capacidad de aceptar las reglas, un cierto nivel de autonomía para solucionar sus problemas, adecuarse a las normas de otras familias y obedecerlas con prontitud.
Hay algunas de las normas de educación que no está de más recordar. Por ejemplo: dar las gracias, llevar un regalo. Si la familia a la que el niño o la niña va fue bien escogida, será una experiencia enriquecedora, porque tendrá acceso a otros modelos que le permitirán ir enriqueciendo su visión de mundo y su identidad en lugares fuera de su casa.
Sin embargo, es necesario tener cierto grado de seguridad en relación sobre cómo es la familia a la que el niño es invitado. Es preferible acotar el permiso a un tiempo breve. Siempre es más fácil alargar el permiso que batirse en retirada porque la convivencia se hizo difícil, ya que ello, además de dañar la relación, puede dejar una huella negativa en la memoria emocional, que lo haga tener miedo a salir en el futuro.