¿Existe una sicología maternal?
por Neva Milicic
Naomí Standlen, profesora en varias universidades inglesas del curso "Sicología del amor maternal", escribió un libro con un título provocador: "Lo que hacen los madres", cuyo subtítulo es "Sobre todo cuando parece que no hacen nada". Allí plantea que en sus numerosos grupos de "conversaciones con madres" se hace presente una queja casi universal: no sentirse bien preparadas para la maternidad. A diferencia de la mayor parte de los trabajos que las personas realizan, el enfrentamiento de la maternidad se realiza casi sin formación previa. Por suerte, la naturaleza se encarga de que la mayor parte de las madres sienta un amor encandilado hacia su hijo o hija que las guía instintivamente a hacerlo bien. En los grupos de conversación de Standlen, las mujeres plantean que les es muy difícil describir los sentimientos hacia sus hijos y evaluar cuáles son sus logros como madres. Una madre puede haber estado tan ocupada con su hijo que no tuvo tiempo para ducharse o comer, pero cuando se le pregunta qué ha hecho, responde: "Nada, no sé cómo se me ha ido el tiempo". Esos gestos llenos de ternura, los juegos, las preguntas respondidas, los llantos consolados, las comidas preparadas, no son suficientemente valorados, a pesar de la gran atención de las madres a las demandantes necesidades de los niños. En los primeros años los niños no tienen autonomía para satisfacer sus necesidades y éstas no aceptan postergación. Por eso la sobrecarga de las madres es tal que con frecuencia están muy cansadas. Durante mucho tiempo la sicología, al referirse a las madres, lo hizo centrándose en sus defectos. Habría que comenzar a percibir que educar a un hijo es una tarea de la mayor relevancia, y tomar en cuenta la tremenda energía que es necesario desplegar. Afortunadamente, a fines del siglo pasado la sicología descubre que los padres son necesarios, y que una parte de los problemas de los hijos puede deberse a carencias de figura paternal, lo que conlleva una tendencia a buscar involucrar al padre en la educación de los hijos, de manera que esta tarea sea un concierto a cuatro manos.