Recobrar el significado de la Navidad
Cualquiera sea la concepción religiosa que tenga una familia, resulta imposible sustraerse al ambiente navideño, con esa magia particular y ese olor a ilusiones de infancia que trae diciembre. La mirada, las preguntas y las fantasías de los niños remontan a adultos y niños a un mundo en que todos quisiéramos ser mejores personas. La Navidad es una fecha de una indiscutible significación valórica que es necesario no desvirtuar, y que puede ser una excelente oportunidad para enseñar valores, desarrollar la capacidad empática en los niños y adolescentes y su capacidad de reflexionar acerca del mundo en que están viviendo. Al comenzar el último mes del año y a veces incluso antes, los niños empiezan a pensar en qué regalos les gustaría que les trajera el Viejito Pascuero o que les compraran sus padres, según cuales sean las creencias que tienen a ese respecto. Y así, estimulados por las más que excesivas visitas a los centros comerciales y acosados por el agobiante bombardeo a que los somete la propaganda televisiva y los suplementos de los periódicos con "ofertas navideñas", que por supuesto en enero están ya a mitad de precio, comienzan a escribir interminables listas de regalos. No se trata de someter al niño a frustraciones excesivas, pero es necesario actuar con cordura y ser capaz de poner límites a las demandas excesivas que, además de arruinar a los padres, no son educativas para los niños, de manera que vayan adquiriendo un sentido de realidad y tengan una actitud de valoración de lo que reciben. Hay que tener cuidado que demasiados paquetes grandes y brillantes - en los cuales muchas veces el envoltorio es más atractivo que el contenido del regalo- , acaben por convertir la Navidad en un compulsivo abrir paquetes, sin detenerse siquiera a disfrutar y valorar por un momento lo que hay adentro. Y, por supuesto, sin agradecer a quien lo regaló.Sería altamente educativo para los niños y los adolescentes cambiar la perspectiva y ponerse en una actitud de dar más que de recibir y no pensar sólo en ¿qué me gustaría que me regalaran? Puede llegar a ser una excelente oportunidad de imaginar ¿quiénes necesitan de mí? y ¿qué podría regalar yo? Poner tiempo y energía creadora para regalar algo, no para salir del paso, como si regalar fuera una obligación puesta desde afuera y no algo que sale del corazón con la intención de dar felicidad a las personas que quiero y que me necesitan, sin duda desarrolla la empatía y la generosidad. Conectar a los hijos y conectarse a usted mismo con la gente que quiere, y pensar a quienes agradezco los cuidados que me han dado, el tiempo que me han dedicado, el cariño que me han expresado y lo que me han hecho crecer durante este año. Y pensar así en los regalos como una forma de agradecer, expresar cariño y dar alegría. Y así surgirán las tarjetas multicolores hechas por las manos de los niños para sus tíos y abuelos cuando son pequeños, las galletas de Navidad en sus canastos, las cartas de los adolescentes llenas de poesía, los collages de fotos familiares para los padres, esa foto vieja llena de significado puesta en un lindo marco que recuerda buenos tiempos o personas queridas que ya no están, las promesas de paseos a realizar y de tareas por hacer con el objeto de hacer más fácil la vida a los demás, que son al fin de cuentas el mejor regalo. Recuperar la magia de los ritos y de los significados puestos en los pequeños gestos de afecto puede ser un espectacular regalo para usted y su familia. Feliz Navidad.
Neva Milicic.
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