Los primeros años: Momentos clave para la disciplina
Por Neva MilicicSicóloga
La disciplina es un tema complejo que muchas veces divide a los padres. Brazelton, en su clásico libro "La disciplina", plantea que ella es el segundo regalo más importante que los padres pueden hacerles a sus hijos - obviamente el primero es el amor- . Pero aclara que disciplinar es enseñar y no castigar. A través de la disciplina el niño adquiere patrones internos de comportamiento que favorecen su autocontrol. La forma en que los padres la enseñan expresa mucho de la personalidad del padre. Si éste es autoritario, la disciplina será férrea y a lo mejor inflexible; en cambio, si es controlado, la ejercerá de manera racional.
Según el autor, a través de la disciplina el niño puede aprender a:
- Reconocer los propios impulsos y aprender cómo ellos pueden a herir a otros; por lo tanto es necesario aprender a controlarse.
- Identificar los sentimientos, aprendiendo a nombrarlos y expresarlos.
- Entender los sentimientos de otras personas. Saber las causas y reconocer el impacto de sus conductas en los otros.
- Desarrollar el sentido de la justicia.
- Descubrir la alegría de dar e incluso de sacrificarse por otras personas, es decir, a ser altruista.
Para establecer la disciplina en el proceso de crianza, hay momentos clave. Uno de los momentos es el primer semestre de vida. Aquí hay que estar alerta a que el niño aprenda a calmarse por sí solo, sin apurarse a reaccionar al primer llanto; así aprenderá a conectarse con sus recursos y a utilizar controles internos. A veces, si el niño sigue llorando, por ejemplo, ayuda a ponerle un juguete que suene a su alcance para que lo calme, con lo que aprenderá a arreglárselas solo. A los siete u ocho meses, cuando aparece el gateo, el niño comienza aprender acerca de su seguridad física; es un aprendizaje de límites. No acercarse a la estufa no es un juego, es algo serio, no aterrador pero serio. En esta etapa los "no" se empiezan a procesar. La disciplina, sin duda, significa que los niños pueden aprender a enfrentar y dominar las limitaciones que trae la vida, es decir, que todo no se puede tener y menos de inmediato. Entre los nueve y los doce meses, el niño es capaz de comprender lo que expresa la cara de sus padres. Los gestos le señalan qué puede hacer y lo que no está permitido. Así, la cara de sus padres se transforma en una referencia social. Aquí la coherencia y la claridad son requisitos. Si usted se ríe cuando el niño hace algo prohibido, no se queje si le desobedece después, y esto vale para cualquier edad. Ambos padres deben estar de acuerdo con las reglas y es necesario explicarlas al niño con un tono de voz que sea coherente con el mensaje. Además, es imprescindible ser estable en la aplicación de las normas. Entre los 12 y los 14 meses, empiezan las pataletas y hay que consolarle y lograr que el niño aprenda qué lo calma cuando está descontrolado. Brazelton plantea que hay que ayudarlo con estrategias como las siguientes "Aquí tienes tu peluche que quiere consolarte" o "Te pondré tu música favorita para que te calmes" o "Aquí tienes una toallita mojada para que te ayude a quitar la rabia". Aprender disciplina es un camino largo en que los padres deben ser pacientes, cariñosos, pero firmes.
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