martes, octubre 02, 2007

Curiosidad

Por PAULA SERRANO, sicóloga
Desde niños nos entrenaron para dar respuestas correctas, para tener razón. Estudiar es aprender las respuestas correctas a preguntas ajenas. Las del profesor, las de la guía para la prueba. Esta manera de funcionar nos persigue y se traslada a nuestras relaciones personales. No aprendemos a preguntar, y si lo hacemos es para obtener respuesta, no para empezar recién un libro abierto que podría ser una conversación. A veces preguntamos lo que sabemos, o conocemos con cierta propiedad, porque al hacerlo podemos revelar nuestra ignorancia.
La educación moderna ha incorporado la investigación como herramienta, desde que se hizo cargo de la necesidad de desarrollar la curiosidad como condición del aprendizaje. En la vida cotidiana, las personas compiten por tener razón. Las peleas de pareja se reducen muchas veces en dirimir quién tiene, tuvo o tendrá razón. Sería un acto de vulnerabilidad decirle al otro: "No sé, no sabía, explícame, enséñame". O más aun, "¿Por qué es así y no de otra manera?". La forma de relación habitual es convencer al otro de mi verdad. El problema es que tener razón no hace las relaciones más profundas, ni más entretenidas. Con frecuencia las parejas se sorprenden de ver al otro frente a terceros, desarrollando ideas que nunca fueron expresadas entre ellos. ¿Por qué? Bueno, porque se dan discursos y eso aburre. Entonces conversar es como oír versiones distintas de una canción que no siempre gusta. Y viene el inevitable "Yo tenía razón", cuando ella se estrella contra un poste porque no sacó el freno de mano ANTES de encender el motor, asunto que él lleva años diciéndole; o cuando él es rechazado por un hijo que se siente presionado, asunto que ella también le advirtió.
Si no se siente curiosidad por el otro, no hay diálogo posible. No está de moda la curiosidad. Porque hay que pararse con humildad para ser curioso y eso nos resulta peligroso. Porque entre los "losers" y los "winners" como se llaman ahora, la gran diferencia es que unos saben y explican lo que saben y los otros no saben y tienen que aprender. Seamos optimistas. En el mundo político y empresarial, el liderazgo cada vez es más asociado con escuchar. Ya llegará, por chorreo, a las familias y a las relaciones de amistad.
Mientras tanto, ensayemos un poco.