martes, febrero 26, 2008

La automotivación

por Neva Milicic Psicóloga
Para lograr tener un cierto grado de eficacia personal en los proyectos que se emprenden y tener el respeto de los otros, así como una buena capacidad para enfrentar las frustraciones y dificultades que trae cada día, es necesario tener la motivación por perseverar.
La capacidad para perseverar y motivarse por el logro está muy ligada al desarrollo de la inteligencia interpersonal, y a tener un temperamento sensible al éxito, como plantea Jerome Kagan de la Universidad de Harvard.
Ser sensibles al éxito está vinculado con tener un patrón de actividad cerebral, caracterizado por una mayor actividad del lóbulo frontal izquierdo. Si bien hay una base fisiológica, que es genética a través de las experiencias y de la educación emocional, es posible aumentar la irrigación en esa zona, mejorando así la arquitectura cerebral.
Los niños que tienen automotivación, en general, están más satisfechos consigo mismos, poseen metas claras que orientan su acción, y tienen una actitud de tomar lo que la vida le entrega y tienen menos riesgo de caer en conductas problemáticas.
Tener conversaciones con los hijos, acerca de cuándo se sienten felices, qué les gusta, con qué sueñan, los ayudará a usted y a ellos a conectarse con lo que los motiva realmente.
Reconocer las habilidades impulsa a los niños a emprender actividades, que le facilitarán estar motivado. Así, por ejemplo, conversar en una reunión familiar sobre cuáles son las cualidades y talentos de cada una de las personas de la familia, es de utilidad y además se puede aprovechar como una oportunidad, para ampliar la percepción que el niño, tiene de sus condiciones y fortalezas. Ligar estas condiciones personales con lo que quiere lograr en el futuro, y a partir de ahí conversar sobre sus sueños y sus metas. En una familia con tres hijos, tuvieron esta conversación, que tuvo un efecto muy positivo en el ánimo de los niños.
Carmen Gloria de doce años, contó que a ella le gustaba mucho enseñar a niños pequeños y que creía que lo hacía bien, pero que también le gustaba mucho pintar, pero que no estaba segura de ser lo suficientemente buena. El papá intervino diciendo que él encontraba que ella era una pintora espectacular. A lo que la niña agregó: “Claro lo que pasa es que tú eres mi papá”. La mamá interrumpió diciendo: ¿por qué para salir de dudas no asistes a un taller de pintura? Carmen Gloria estuvo contentísima con esa oportunidad.
Y por supuesto el hermano que seguía, Aníbal de 9 años, dijo que él quería ver si además de ser bueno para las matemáticas, tendría habilidades para la música. También acordaron que tomaría unas clases de guitarra clásica, y resultó que en realidad Aníbal tenía mucho talento, lo que era de esperar, porque habitualmente las personas con habilidades para las matemáticas tienen talentos musicales y viceversa.Adriana, la más pequeña de cuatro años dijo: “yo soy buena para jugar y para regalonear”. Todos estuvieron de acuerdo, pero ella dijo, que igual quería aprender ballet, “para ver si puedo ser bailarina”. Ciertamente una conversación en familia de esta naturaleza mejora los vínculos, pero es además una ventana de crecimiento personal para todos.
Generar en los niños confianza en sus capacidades es una buena forma de mantener la automotivación en los niños, aumentando de paso una actitud positiva frente a la vida, por un aumento del optimismo. No hay nada que aumente más la motivación, que el sentir que hacer las cosas bien es posible.
A veces la motivación aumenta aunque la tarea sea difícil e inclusive un poco tediosa, si se logra visualizar las metas atractivas de corto, mediano y largo plazo. Los niños y las niñas requieren saber por qué y para qué hacen ciertas cosas y encontrar ciertos motivos que justifique el esfuerzo, cuando el camino es especialmente difícil.
No olvide que la motivación es un enorme motor del aprendizaje y de la acción.

martes, febrero 12, 2008

El derecho de los sanos

por Neva Milicic psicóloga
Leyendo el conmovedor libro “La pequeña trapecista”, de Ximena Abogabir y Gonzalo Muñoz, abuela y padre de Rosario, una niña pequeña portadora a sus tres años de una “leucemia linfoblástica”, me surgió la importancia de rescatar el derecho de los sanos. El texto es, como ellos dicen, una bitácora de la reacción de la familia frente a la enfermedad, y como puede ayudarse y acoger a los hermanos(as) sanos.Las personas que no están enfermas en una familia, en la cual uno de sus miembros tiene una enfermedad grave, ya sea crónica o aguda, requieren de mucho apoyo y cuidado.
El impacto y las demandas excesivas que supone tratar con los médicos, asumir la revelación de la enfermedad, los gastos y la burocracia asociada a los sistemas de salud, así como el estrés sicológico natural que se genera cuando alguien muy querido está en riesgo, hace que todo el grupo familiar necesite ser cuidado y no sólo el enfermo.
“Las personas que no están enfermas en una familia, en la cual uno de sus miembros tiene una enfermedad grave, requieren de mucho cuidado”.
En muchas ocasiones, por el natural foco que existe hacia quien tiene el problema, sucede que los hermanos no reciben la suficiente atención, y se sienten desplazados y a veces muy angustiados por lo que sucede.
En el caso de Rosario, la familia contó con la sabiduría y la protección de redes familiares que participaron activamente en el cuidado y protección de las hermanas de Rosario, de manera que ellas pudieran participar en las actividades normales a las que tenían derecho.
Las redes familiares y de amistad son un poderoso aliado en la lucha contra la enfermedad. El apoyo familiar permite a los diferentes miembros de la familia “descomprimirse”, es decir, expresar sus ansiedades, sus preocupaciones, sus esfuerzos o simplemente, tener un hombro sobre el cual llorar.A los padres de los niños con una enfermedad grave, el saber que sus otros hijos(as) están siendo regaloneados, cuidados y contenidos afectivamente por personas cercanas, les permite tener ese frente tranquilo y así poder dedicar su energía al niño o niña que está enfermo.
En cada familia, cada cual tiene un aporte que hacer, algunos serán más expertos en las gestiones burocráticas, otro podrá asesorar en los temas de salud, más de alguno podrá hacer un aporte económico, otra persona podrá sumarse a la operación de trasladar niños, o bien, hacer las compras. Cualquier ayuda, por pequeña que sea, es un gesto de amor que constituye un soporte emocional e instrumental, que en situaciones de crisis es realmente irremplazable. Compartir las penas y sentirse apoyado es un factor protector para la familia. La ayuda de cualquier tipo alivia la carga y aminora el impacto.
Los hermanos sanos y el resto de la familia también acusan el golpe, que es una enfermedad. Cuidar sus derechos y estar atento a sus necesidades es una tarea que los amigos y los familiares pueden compartir. Especialmente intentando, en la medida de lo posible, que sin negar la realidad, puedan continuar con la vida de la manera más normal posible: salir de paseo, ir a los cumpleaños de los amigos, participar en las actividades del colegio, comprarse zapatos o un vestido nuevo y percibir a través de estos pequeños gestos que, a pesar que la enfermedad ha traído más atención sobre el hermano(a) que está enfermo(a), siguen siendo muy importantes y queridos por toda su comunidad afectiva.
Gracias a la familia de Rosario por compartir esta etapa de sus vidas, que puede ser de gran utilidad para tantas familias que atraviesan por experiencias parecidas.

martes, febrero 05, 2008

Enseñarles a ser empáticos

por Neva Milicic psicóloga
La empatía es, según David Goleman, autor de numerosos libros sobre el tema, la piedra angular de la inteligencia emocional. A través de la empatía, a los niños los adolescentes y los adultos les es posible establecer sintonía con lo que sienten los demás, y así pueden comprender lo que les sucede a los otros desde la perspectiva emocional.
Un niño empático no podría ser cruel con un amigo porque se conecta con las emociones que siente su compañero y, por lo tanto, posiblemente, será cuidadoso con lo que hace y dice, y así será aceptado por sus amigos.
La empatía está muy relacionada con la comunicación no verbal, hay una percepción, que en las personas empáticas es muy certera, de lo que expresan los gestos. Reciben el mensaje que entrega un ceño fruncido, una sonrisa triste, y tantas señales que expresan lo que se está sintiendo. También influye en la posibilidad de ser empático captar el significado de la postura corporal, una inclinación de cabeza, los hombros agachados pueden dar cuenta del cansancio y la tristeza, aunque el mensaje verbal sea a mí no me pasa nada.
Para desarrollar una conducta empática, los niños deben haber vivido en una familia en que los padres tengan una conexión emocional empática con ellos. La matriz emocional de la empatía se aprende en la familia y se desarrolla en forma muy temprana. Cuando el niño percibe que sus emociones son comprendidas por los adultos significativamente. Cuando los padres son capaces de “leer” y conectarse con las emociones de sus hijos, favorecen que los niños aprendan a conectarse con las emociones.
Cuando se empatiza, se comprende lo que le pasa al otro, no se le juzga. Cuando a un niño le va mal, si usted empatiza, podrá decirle genuinamente “Te debes sentir mal, o triste, o defraudada”. No sería empático de su parte responder a su sensación de fracaso diciéndole “Cómo te ibas a sacar mejor nota con lo poco que estudiaste”. Un comentario así hará que el niño se sienta juzgado, pero no comprendido empáticamente.
Una de las formas más eficientes para enseñar a los niños a ser empáticos, es desarrollar en ellos la capacidad de escuchar, y para ello deben haber tenido la experiencia de ser escuchados. Escuchar supone tener contacto visual con el otro; para lograrlo, es necesario detenerse y parar en lo que se está haciendo para mirar o escuchar lo que el niño o el adolescente quiere mostrar. No se trata de entender lo que dice, sino de prestar atención a cómo lo dice. Ser capaz de sentir lo que le pasa al niño y expresarle con un gesto o una frase corta que uno comprende lo que siente y lo que le pasa.
Un niño que es escuchado, aprenderá a escuchar, a mirar a los ojos. Es en los ojos donde más se refleja la capacidad de sentir con el otro, y ello le permitirá al niño descubrir algunos elementos que son claves para el desarrollo emocional y la empatía, como es el hecho que todas las personas y, por supuesto, sus amigos tienen múltiples emociones, y que una situación puede despertar diferentes sentimientos en las personas.
Con el tiempo aprenderá que la gente expresa sus sentimientos de manera muy diversa, y alguien cuando se enoja puede amurrarse en tanto que otro lo expresará gritando y un tercero lo ocultará cuidadosamente.Ir tomando conciencia de las emociones de los otros es un aprendizaje emocional de la mayor importancia para tener buenos amigos y para convertirse en una buena persona. Aquella que es capaz de sintonizar con las emociones de los otros, ayudándoles cuando están tristes y compartiendo sus alegrías cuando les suceden buenas cosas.