martes, septiembre 25, 2007

"El bullying no es cosa de niños"

Habla Nora Rodríguez (revista YA El Mercurio 25/9/07)

Pedagoga y escritora argentina, con dos importantes libros a su haber: "Guerra en las aulas" y "Stopbullying", Nora Rodríguez dice que el acoso sistemático a un niño es un fenómeno actual provocado por "la velocidad con que vivimos, los videojuegos, internet, la falta de los padres... En algún momento de su infancia los niños que generan situaciones de acoso aprendieron que podían conseguir lo que querían a través de la fuerza", señala. En exclusiva, desde Barcelona, también entrega importantes herramientas a los padres, colegios y a los niños que están siendo agredidos.
Por Ximena Urrejola B.

Nora Rodríguez es directora del Curso de Introducción al Bullying y Estrategias Antibullying del Campus Universitario de la Mediterránea, en Barcelona. Debido al impacto que ha tenido el tema en los últimos años en el mundo educativo, en esa universidad española crearon especialmente la cátedra, y no es casual que Nora haya sido elegida para dirigirla. Ella es reconocida por su autoridad frente al tema, especialmente tras la publicación de su libro 'Guerra en las aulas', considerado uno de los mejores en este tema. El libro es el resultado de una investigación en que entrevistó a más de 400 alumnos españoles, de 230 colegios, y en cuyas páginas explica las raíces más profundas de este fenómeno, advirtiendo que puede derivar en enfermedades como anorexia, bulimia, suicidio, o bien, en que la víctima se convierta en victimaria y ataque a su acosador por medio de un arma.
Nora Rodríguez también es autora de 'Stopbullying', otro volumen en que plantea estrategias concretas por grupos de edad para enfrentar este problema. En exclusiva desde Barcelona para Revista Ya, responde las preguntas más frecuentes de los padres respecto de este tema.

  • Mucha gente piensa que el bullying ha existido siempre, y por eso no le da importancia. ¿Qué opina usted de eso?
El bullying no ha existido siempre y no es cosa de niños. Lo que ha existido siempre es que varios hagan daño a uno. Lo que ha cambiado es la manera (de hacer daño) y el perfil de los adolescentes, que no son iguales a los de hace setenta años. Hoy la mayoría de los niños tiene un sobre exceso de información, están mucho más tiempo solos, sin sus padres o un adulto que los guíe, tienen menos tolerancia a la frustración. Es un adolescente con muy baja autoestima debido a esta falta de adulto en la infancia, porque los padres trabajamos, y porque muchos niños muy chicos han estado a cargo de seis, siete personas diferentes que no tienen nada que ver con su familia. Si la persona que lo cuida se va, el niño crece con un apego inseguro. Y los niños que tienen un apego inseguro, cuando llega el momento de cuidar sus relaciones o de cuidar a sus compañeros se pregunta: ¿Para qué lo voy a cuidar si me va a abandonar? Además, estamos en la era de la velocidad –los adolescentes quieren todo ya–, del no compromiso, del diálogo corto, la época de no cuidar los afectos. Hay que fijarse, por ejemplo, en cómo mandan sus mensajes a través del celular o cuando chatean: sólo hablan de acciones, de lo que van a hacer de inmediato, dentro de dos horas. Para sintetizar: antes sí había, pero no como ahora. Los chicos juegan desde edades muy tempranas con consolas que les dan puntos por matar, por intimidar y por hacer daño: no nos damos cuenta de que la mayoría de las nuevas generaciones, en todas partes del mundo, están aprendiendo a socializar a través de las leyes de los videojuegos.
  • ¿Cuáles son las causas del bullying?

Las razones son todo: la velocidad, los videojuegos, internet, la falta de los padres; es una suma de factores. Por eso, es tan víctima el que es víctima como el que acosa. En algún momento de su infancia, los niños que generan situaciones de acoso aprendieron que podían conseguir lo que querían a través de la fuerza. Esto puede ser por los videojuegos, porque han vivido ellos mismos situaciones de maltrato o abandono, que es la peor forma de desprecio que un niño puede sufrir. Luego, no sólo estamos hablando de maltrato sicológico y físico, que es lo que la gente más conoce, también estamos hablando de maltrato moral, ideológico, social... hay muchas formas de maltrato. Por ejemplo, este famoso método para que los niños duerman, en que los padres los dejan llorar por un rato y después los atienden, hasta que finalmente se quedan dormidos, yo digo que es lo peor que se puede hacer. Porque el niño no se calma porque se autoconsuela; el niño se calma porque se siente abandonado. Es más de lo mismo.

  • ¿Cuál es la edad más frecuente para que exista?

Desde que empecé a trabajar en esto hasta hoy he visto alrededor de cinco mil casos de acoso en todo el mundo, la mayoría en España. La edad más temprana es a los cinco años, y la mayor en los primeros cursos de la universidad, aunque ya no son adolescentes, sino hombres y mujeres. En el colegio, la peor edad es a los siete años, cuando tienen a un amigo que es su igual; a los once, cuando para ellos el grupo adquiere connotaciones más importantes que la propia familia, y a los 14 años. Porque no es lo mismo el acoso a los cinco años, a los siete, a los nueve, los once, los 14, los 16 o los 18. No es el mismo tipo de bullying ni la duración; no es lo mismo cómo lo hace la gente que participa y no es lo mismo cómo se gesta. En algunos casos el problema entre los niños es por liderazgo, en otros casos es por luchas de poder y en otros porque falla el control del adulto. En los colegios se generaliza, aunque eso no se debe hacer; cada edad se analiza de manera diferente, se previene de manera diferente y se interviene de manera diferente. Por si fuera poco, el bullying tiene cinco etapas diferentes. No es lo mismo en su fase inicial que en la segunda, tercera, cuarta o quinta.

  • ¿Cuáles son las fases del bullyng?

La primera es cuando la víctima se convierte en chivo expiatorio; la segunda: cuando se da cuenta de que también el grupo está en su contra; la tercera, cuando se culpabiliza; cuarta: cuando intenta agradar a como dé lugar a su agresor, para lo que pueden hacer cosas muy duras, y quinta, cuando ya tomó una decisión terrible, como arremeter contra sí misma, contra otros o cuando se llega a enfermar, que ya es a nivel inconsciente.

  • ¿Cómo un niño se convierte en víctima?

Atribuyéndose lo que el acosador dice de él. Tiene que ver con un proceso sicológico muy largo que finalmente provoca que la víctima crea que ella es la culpable. Por lo tanto, todo lo que dicen de ella es verdad, aunque sea mentira. Entrevisté a un joven de 25 años que nunca había sido obeso, pero era un poco más gordito que el resto de su grupo y le decían 'gordo maricón' en el colegio. Se tituló, tuvo trabajo, novia, pero cuando perdió el trabajo y la novia, él se dijo a sí mismo: Esto me pasa porque soy un gordo maricón. Y no era gordo y no tenía una tendencia homosexual, pero se atribuía aquello que en una etapa importante de su vida los demás pensaban de él. Es terrible, pero cuando uno les pregunta, las víctimas dicen: algo debe haber, yo debo ser así.

  • ¿Por qué los niños acosados no les cuentan a sus padres lo que están sufriendo?

Por muchas razones. Primero, por miedo. Segundo, para que no les digan que son bocones. Y tercero, porque lo que pasa en el colegio no se cuenta en la casa. También hay un grave error de la mayoría de los padres, y es que les preguntan a sus hijos: ¿cómo te fue en el colegio? Comí tal cosa, jugué, contestan. Y los padres piensan: mi hijo está bien porque se saca buenas notas. Pero habría que empezar a preguntar: ¿Con quién jugaste? ¿Cómo estuviste con el grupo? Si los papás pueden rápidamente decir quiénes son los tres mejores y los tres peores amigos de su hijo es que hablan con él. Pero en general no lo hacen de manera adecuada y delegan la educación de sus hijos en los colegios.

  • ¿Qué debe hacer un niño para defenderse si no les cuenta a sus papás?

Hay muchas estrategias para que los niños aprendan a enfrentar la provocación desde edades tempranas. Una es no responder a ella, por ejemplo, yéndose del lugar donde están siendo provocados. Por otro lado, si no quiere quedarse callado, cuando le dicen hey, gordo, o lo que sea, que mire a su acosador a los ojos y le diga: ¿Y a mí qué me importa?, como no dándole importancia. Otra herramienta perfecta es decirle al acosador: ¿Pero recién te das cuenta? ¡Qué bueno que te hayas puesto anteojos! Hay que entrenar a los niños para que respondan de esta manera; en ese sentido es un trabajo de los padres y de las familias. Lo peor que pueden hacer es decirle a un hijo que pegue de vuelta, porque esto genera una cadena de violencia imparable.

  • ¿Por qué el grupo, que es testigo, no denuncia las agresiones?

Porque el grupo también tiene miedo. El grupo puede reírse de todas las maldades que hace el acosador, pero en el fondo tiene miedo, entonces lo aplauden. El que acosa no es un líder natural, generalmente es el chico menos aceptado, y tiene gravísimos problemas de autoestima. Uno de los casos que más me sorprendieron fue un chico de una familia encantadora y muy bien económicamente hablando, pero que le habían hecho seis operaciones para corregir su labio leporino. Él se sentía muy mal porque no lograban dejarlo bien, y vivía provocando a los demás.

  • ¿Qué pasa con la víctima a corto y largo plazo?

Depende mucho del tiempo en que ha sufrido. A corto plazo hay unos niveles de estrés impresionantes: tienen miedo de salir con sus amigos, no quieren comer, en algunos casos bajan las notas, pero en otros las suben porque se aferran al estudio. A largo plazo, puede sufrir de síndrome de estrés postraumático, anorexia, bulimia, a los 16 años empiezan a hacerse pipí en la cama. En casos más graves se puede ver paranoia, porque es una situación de acoso, y también que atenten contra sí mismos o contra el acosador. Hace poco me llamaron por el caso de un chico que sacó una pistola en un colegio. La gente estaba muy alarmada y me preguntaban ¿cómo es posible que sus compañeros lo supieran y no dijeran algo? Pero en la mayoría de los países donde he trabajado –en España, México, Guatemala, Colombia, Venezuela, Brasil– cuando se siente desprotegida, la víctima va armada. ¿Y por qué se siente desprotegido este niño? Porque hace tiempo que está siendo acosado por otros. Pero un niño hace todo un proceso para convertirse en víctima, no se convierte en una de la noche a la mañana.

  • ¿Por qué el acosador elige a una víctima y no a otra?

El que acosa no busca al que usa anteojos, al gordo o al que tartamudea, sino al que se descontrola. Lo que busca es descontrolar. Si acosa a uno y no pasa nada, acosa a otro y tampoco, pero acosa a un tercero y éste le tira un puñetazo de vuelta, le grita, se pone rojo, sí tiene el show que quería: miren cómo lo domino, miren lo que soy capaz de hacer. Por eso muchas veces los niños más sensibles, los que son buenos alumnos, son la verdadera carne de cañón para un acosador. Y no el que es gordo, ni el que usa anteojos.

  • El niño que acosa, ¿es consciente del daño que hace?

Es importante saber que la mayor parte de las situaciones de acoso la ejercen los que en algún momento fueron amigos, porque es el que más conoce a su víctima, sabe cuáles son sus debilidades y cómo descontrolarlo. Luego, hay dos tipos de acosadores, el directo y el indirecto. El directo es el que no tiene mucha conciencia de por qué lo hace, pero lo hace porque le sirve para tener protagonismo y ser aceptado. Y el indirecto sabe perfectamente lo que hace porque manda a otro a que lo haga.

Pero lo más significativo es ¿por qué acosan? Cuando es consciente, podríamos estar hablando de algún síntoma de perversión; el que lo hace directamente, generalmente porque necesita protagonismo, tiene el perfil del niño abandonado. Necesita llamar la atención, demostrar que tiene poder, pero en el fondo es un chico con problemas de autoestima, con problemas familiares, con muchísima soledad.

  • ¿Qué debe hacer un papá que se da cuenta de que tiene un hijo acosador?

Pedir ayuda a un profesional, sin dudarlo. Averiguar qué necesidades profundas tiene como para tener que controlar y hacer daño a otros, hasta qué punto se siente mal él, porque lo que quiere es tapar su problema con esa actitud. Los padres tienen que preguntarse qué está pasando con su hijo. Y luego, creo que el mejor camino para ayudarlos es que esos jóvenes reparen el daño que han hecho. Y reparar el daño implica hacer algo positivo por esa persona a la que se dañó, hacer algo positivo por la comunidad escolar, por la familia o por el barrio donde vive. Lo que tiene que hacer es trabajar sobre sus pasos usando estrategias y técnicas –que yo enseño– para que logre tomar conciencia del otro.

  • ¿Un colegio debe expulsar a un agresor?

El que se tiene que ir es el agresor, el problema es que nos estamos dando cuenta de que el que se va es la víctima, siempre. De todos modos, cuidado, no creo que se tenga que ir nadie. El colegio debiera tener las estrategias y herramientas suficientes para que los chicos no se tengan que ir.

  • ¿Cómo deben actuar los profesores frente a un caso de bullyng?

En primer lugar, no mirando para otro lado. En segundo lugar, estudiando bien qué es el bullying, cómo se gesta, cuál es su proceso, cómo crece, cómo frenarlo. Yo llevo más de 1.500 profesores formados online, y me dicen: todo esto no lo sabíamos, esto no se enseña en la carrera. Y tercero, los profesores tienen que recuperar la autoridad sobre los niños que les han quitado los padres. O sea, los hijos hoy son intocables. Por un lado, los padres dicen: te dejo a mi hijo, pero por otro la señal es: cuidado, que mi hijo es perfecto, así que no le digas nada. Pienso que en todas las carreras de magisterio tendría que existir ahora una asignatura de bullying, que hoy no existe.

  • ¿Recomienda la figura de un mediador en los colegios?

Sí, y pienso que el mediador tiene que ser el profesor de educación física, con la formación adecuada, claro. Es con quien más hacen trabajo físico, valga la redundancia, quien ha estudiado más sobre técnicas de grupo y con él tienen una relación distinta que la que tienen con la profesora de matemáticas, por ejemplo.

El proyecto Atenea

Nora Rodríguez es la creadora del primer curso internacional en red para profesores hispano-parlantes, el "Proyecto Atenea", cuya finalidad es crear redes de profesores, alumnos y padres para prevenir e intervenir frente a las diferentes situaciones y fases del bullying. Este proyecto entrega estrategias y herramientas concretas para ser utilizadas por todos los entes de la comunidad escolar desde los primeros años de preescolar hasta el último año de colegio. Son 12 sesiones, con 40 horas en total. "Y luego, durante seis meses, me tienen permanentemente para cualquier consulta", dice Nora. Más información en www.stopbullying.es y en los email: nora.ro.ve@gmail.com y norarodriguez@stopbullying.es.
Ximena Urrejola B..

La meditación

NEVA MILICIC sicóloga
Actualmente, en prestigiosos centros de tratamiento europeos y americanos de problemas físicos y sicológicos se están utilizando técnicas orientales. Entre ellas, resalto la meditación, que es un espacio que supone silencio y conexión consigo mismo. Cuando las personas meditan están en una actitud abierta, y por lo tanto, su mente está conectada con sus recursos internos. Cuando una mamá, por ejemplo, se sienta con sus hijos para contarles un cuento y previamente dice: "Quedémonos bien callados un momento y respiremos profundamente, escuchando cómo respiramos", está haciendo un importante trabajo de crecimiento emocional de los niños. En los estados de silencio es posible darse cuenta, sin ninguna necesidad de análisis, qué es lo que se siente.
En nuestra sociedad es poco frecuente que los niños y adultos tengan tiempo para el silencio y espacios de meditación. Muy rápidamente los niños quieren desconectarse de sí mismos, especialmente si están con dificultades, y comenzar de inmediato a hacer algo o conversar. Pero en los niños bastan unos pocos minutos para que estos momentos de tranquilidad les den una comprensión sobre sí mismos.
Cuando la reflexión y la meditación, aunque sea por breves momentos, se hacen parte de una forma de vida en los niños, ellos podrán tener mayores experiencias de iluminación y serán más sensibles a sus necesidades y a las de los otros.
La meditación es una actitud educativa, que muchas veces está ligada a prácticas religiosas, pero no tendría por qué estar circunscrita a las personas que tienen fe. La formación moral de un niño necesita incluir períodos de reflexión sobre sí mismo y sobre el impacto de su conducta sobre él o los otros. Comentarios como: "Escucha el sonido de la lluvia para conectarte con lo que sientes", harán evolucionar al niño hacia una actitud de sabiduría que proviene de sus recursos internos. Meditar genera un espacio que implica además valorar el mundo interno de los niños, creer que tienen recursos internos a través de los cuales pueden acudir para crecer.
La presión que nuestros niños reciben cada día para hacer muchas cosas y muy velozmente, los lleva con mucha frecuencia a una actitud de desvinculación de sus sentimientos y de su experiencia. Esta desconexión tiene implicaciones negativas para su salud; viven estresados, a veces sin siquiera saberlo. Hay que ayudarlos a recuperar su capacidad de conexión con la vida, a vivir más pacíficamente, a enseñarles a hacer nada por unos minutos para estar en contacto consigo mismo.
Escuchar música en silencio con los ojos cerrados es una práctica de los colegios Montessori y que puede ser una fácil manera de enseñarles a meditar. Recuerde que darles la oportunidad de aprender a estar en silencio consigo mismos puede ser un buen regalo para sus hijos, que mejorará significativamente su calidad de vida y además usted tendrá la ventaja de tener niños más tranquilos y reflexivos.

jueves, septiembre 20, 2007

Cuidarse: para tomar en cuenta

Por Neva Milicic, sicóloga
Estar bien y cuidarse no es un acto egocéntrico, como suelen pensar algunas personas, es una actitud esencial para poder estar en condiciones de cuidar bien a otros.
Una persona podrá hacerse cargo y cuidar bien a los suyos, en la medida que está en un buen estado físico y mental. La educación de un niño es algo tan demandante de energía que si no se tiene la precaución de dedicar un tiempo al autocuidado, es altamente probable que los adultos a cargo se enfermen física o psíquicamente. La sobreexigencia conduce a la gente hacia un atasco, en que las personas se sienten tan atrapadas, que no se ven caminos y esta sensación de estar atrapada produce una baja en el sistema inmunológico, que conduce finalmente a que las personas se enfermen, o a estar muy irritables con los hijos.
Existe la creencia de que ser un buen padre o una buena madre es hacerlo todo por los hijos, sin delegar nada porque nadie podrá hacerlo tan bien como uno podría. Para estar en buenas condiciones es necesario tener espacios para la recuperación y el descanso, y por lo tanto delegar algunas tareas, aunque a lo mejor no queden tan bien realizadas como las haría usted. Pero recuerde que no es necesario, por ejemplo, que una cama esté perfectamente hecha, es más importante que usted esté de buen humor.
A veces la delegación será a otros adultos, pero otras veces consistirá en entregar la responsabilidad al niño, y así empezará a ser autónomo. Un adulto que delega alguna responsabilidad a un niño, lo fortalece en su sensación de competencia. Por supuesto que la responsabilidad tiene que ser adecuada al nivel de desarrollo del niño. Por ejemplo, cuando usted les entrega a sus hijos la responsabilidad de poner la ropa sucia en un canasto o dejar sus útiles ordenados, no sólo les está enseñando a ser autosuficientes, sino que está liberando energía suya para otras labores y disminuyendo su sensación de agotamiento.
Tener espacio para cuidarse es muy complejo, porque supone una capacidad de planificar, para optimizar el uso de recursos, y quede algo de tiempo libre para usted.
Hay que contar en esta planificación, además, con los imprevistos que suponen los cuidados de los niños cuando se enferman, la vida social infantil y las demandas de los colegios. Ciertamente en ese contexto no esfácil dejarse un espacio para el autocuidado, pero es necesario tener una conciencia clara de que cuidarse no es un lujo, sino que es una necesidad si queremos mantenernos razonablemente sanos(as) para poder cuidar bien de los hijos.
Es importante aprender a escucharnos y a escuchar el cuerpo, a veces cuando la carga es muy pesada el cuerpo se resiente y empieza a dar señales. Esté abierto(a) a procesar estas señales y hacer cambios que permitan recuperarnos. No oírlo puede tener graves consecuencias.
Si usted insiste en seguir actuando a pesar de la fatiga, se expone a un accidente. A veces quienes nos quieren y nos rodean, y que conocen nuestras características personales y el funcionar de nuestra familia, pueden entregarnos una mirada más objetiva. Esta mirada nos puede dar pistas acerca de cómo organizarnos mejor y cómo incluir en la sobrecargada agenda personal de los padres, tiempo y actividades para cuidarse y para desarrollarse en el plano personal.
Unos padres contentos y que se sienten bien, son un buen regalo para sus hijos y, por cierto, usted merece preocuparse por usted mismo y no postergar siempre sus necesidades al último lugar de la lista.
Evalúe qué lo hace crecer y qué lo pone bien, y póngalo en práctica.

viernes, septiembre 14, 2007

La implacable contabilidad emocional

Por NEVA MILICIC, sicóloga
En una columna anterior desarrollé el tema de aprender a perder en la relación como una forma de cuidar los vínculos afectivos. La idea central es que una relación puede resultar seriamente dañada por una actitud avasalladoramente competitiva, o bien, porque una de las personas se maneja a partir de una perspectiva egocéntrica, es decir, exclusivamente centrada en lo que 'yo quiero', 'a mí me gusta', 'yo necesito'. Este tema es tan central para el desarrollo de relaciones armónicas, que me pareció necesario profundizar en el análisis.
Cuando se tiene una postura egocéntrica, las personas actúan, al parecer, sin darse cuenta de que las otras personas que viven en la casa, sean niños o adultos, también quieren ser reconocidos en sus necesidades, gustos, y además tienen derecho a ello.
Esta tentación de no considerar ni tratar de satisfacer las necesidades de los otros a veces constituye un punto ciego de la personalidad, porque quienes actúan egocéntricamente suelen no ser conscientes de lo insoportable que es para los demás su comportamiento y de cuánto los aleja emocionalmente de los otros.
Cuando se es víctima de actitudes egocéntricas, éstas no se registran como algo transitorio, sino que quedan grabadas en la memoria emocional de las personas que las sufren. Convivir con personas insensibles a las necesidades de los otros es una huella no fácil de borrar, ya que ser vulnerados en los derechos crea una sensación de no ser querible, o digno de ser querido.
Por el contrario, hay padres que tienen conciencia de que las otras personas, y especialmente los niños de la familia, tienen necesidades y derechos, y hacen su mejor esfuerzo por satisfacerlas. Como dirían los expertos en contabilidad, las personas en la familia que asumen esta actitud están con saldo positivo en la relación, y por supuesto recibirán en forma recíproca de vuelta el afecto y la generosidad que han desplegado. Ya que en los afectos la ley de la reciprocidad está presente, habitualmente se quiere a los que nos quieren y entramos en conflicto con aquellos que pasan por encima de nuestros derechos.
Un adolescente, con una estupenda relación con su padre, lo que es poco frecuente, contaba: 'Hasta ahora recuerdo que cuando era pequeño, mi padre me llevaba a los partidos de fútbol que eran decisivos para mi equipo, a pesar de que a él le cargaba el fútbol. Y siempre pienso, qué suerte haber tenido un padre como él'.
En tanto que un adulto - que aún hoy mantiene una actitud de resentimiento con su padre- contaba: 'En nuestra casa siempre se hizo la voluntad de mi padre y cuando la mamá intentaba conquistar algunos espacios de mayor justicia para ella o para nosotros, se creaba un clima tal de violencia, que la mamá asustada terminaba por ceder. El papá se salía con la suya, pero aún hoy, que ya somos adultos, nos da rabia recordarlo'. Cuesta superar sentimientos que han empañado recuerdos de infancia.
Sin duda que el término contabilidad emocional resulta poco poético y quizás suene excesivamente pragmático, pero es importante darse cuenta de que ella existe, que las acciones positivas o negativas quedan registradas en la memoria emocional de todos los involucrados, ya sea como participantes o como observadores.
Si las acciones están guiadas por el amor y la justicia, usted estará al haber; si por el contrario, se guía sólo por el afán de imponer y dominar en la relación sin tomar la perspectiva del otro, estará al debe.
Quizás sea el momento de preguntarse ¿cómo anda su contabilidad emocional con las personas que le son más significativas?

martes, septiembre 04, 2007

Los temas omnipresentes en las familias

Por NEVA MILICIC, sicóloga
Este título fue tomado en préstamo del maravilloso libro del escritor portugués y Premio Nobel de Literatura José de Saramago, llamado "Las pequeñas memorias", un relato magistral de los recuerdos de infancia del autor. Escrito con poesía y belleza, va dando cuenta de la percepción de un niño de los hechos y situaciones que marcaron su infancia.
Cuando se escucha y observa a cada familia, es posible observar la presencia de temas recurrentes, es decir, temas que aparecen con mucha frecuencia en la mesa de conversaciones familiares. En la medida en que se va conociendo el mundo interno de una familia, se va percibiendo que hay temáticas que marcan su historia y que dejarán su huella en el moldeable siquismo infantil.
En algunas familias la presencia de estos temas es enriquecedora; se centra, por ejemplo, en lo que hicimos en las vacaciones, o en los libros que se leyeron y releyeron, las recetas de cocina que se cocinaban con frecuencia, en las anécdotas familiares o en los paseos en bicicleta. Estas familias crean un ambiente cordial y nutritivo, lleno de pequeñas y reiteradas historias familiares que hacen parte de la cultura familiar.
Cuando los niños son pequeños, las conversaciones son sobre sus logros y aprendizajes, o sobre sus representaciones, la mayoría de las veces muy simples, en que ellos actúan para sus padres y sus tíos en forma reiterada y posiblemente con no mucho talento; en este contexto se sienten acogidos por el amor incondicional de la familia.
Cuando los hijos van creciendo, las conversaciones son, por ejemplo, sobre alguna ida al cine, en que se aprovecha de conversar sobre la película de manera informal mientras se come una poco saludable, pero deliciosa pizza. En este contexto, se va recibiendo una educación emocional que favorece el desarrollo de la inteligencia emocional.
Desafortunadamente, en otras familias estas conversaciones están marcadas por el signo del conflicto y de la crítica. En ellas, la atmósfera es desagradable y hay una sensación de estar "pegados" con temas que no favorecen el crecimiento emocional. El clima resultante será nocivo para la construcción de la identidad. Son las familias a las que les cuesta acotar los conflictos a un espacio y un tiempo, ya que muy rápidamente se desbordan emocionalmente, sacando a relucir, venga o no venga al caso, las situaciones problemáticas. Es una concentración en lo negativo que les dificulta poner freno. Se ejemplifica en el hecho de que cuando un niño o una niña ha tenido un logro, en vez de disfrutarlo, se hace un comentario del tipo "Si siempre fueras así", a veces acompañado de un suspiro que da cuenta de, como dicen los adolescentes, "una onda negativa".
Este comentario que rompe tanto la valoración del logro retrotrae el clima a la situación de conflicto. No sólo anula el efecto positivo de lo sucedido, sino que trae a la memoria emocional el recuerdo de todas las situaciones dolorosas o insatisfactorias. Y entonces lo negativo se hace omnipresente, marcando las conversaciones familiares de negatividad. Ojalá no sea su caso, ya que muchas veces no se tiene una intención negativa, sino que esta actitud refleja una creencia de cómo educar emocionalmente.
Reflexione cuáles son sus conversaciones familiares reiteradas: ¿Cómo podría enriquecerlas? ¿Cómo podrá disminuir los temas negativos? y ¿Cómo aumentar la memoria emocional positiva?