¿Cómo estimulamos el aprendizaje de los niños?
Por NEVA MILICIC, sicóloga
Carolina, de 9 años, tiene la sensación de no hacer nada bien, y a pesar de tener mucho temor al fracaso, no hace mucho esfuerzo para superar sus dificultades.
Tiene unos padres buenos, atentos a sus necesidades, pero poco expresivos en sus emociones positivas; ellos han sido más generosos en la crítica que en elogiar sus progresos.
Lo que Carolina percibe es esta especie de austeridad emocional que caracteriza la relación con sus padres: que ellos no valoran lo que hace, que son excesivamente exigentes y que nunca están ni estarán contentos con lo que ella logra hacer.
Una sensación parecida acompaña a muchos adultos que tuvieron una educación semejante a la que está recibiendo Carolina; es decir, sienten que lo que hacen nunca es suficientemente bueno y ello les hace perder la confianza en sus capacidades.Los sentimientos de incompetencia, cuando son irracionales, se originan en muchas ocasiones en una falta de reconocimiento en la infancia, la que muchas veces además va acompañada por un exceso de crítica.
¿Ha observado usted cuántas veces se les dice "no" a los niños y se los critica por lo que hacen o dejan de hacer, en comparación a las veces que se los estimula y valora por lo que hacen?
Educar no es corregir, es alentar, mostrar cariño, reconocer potencialidades y fortalecer a los niños en su seguridad para hacer las cosas bien. Lo que las personas grandes hacen realmente bien es aquello por lo que han sido reconocidos explícitamente en muchas ocasiones.
Así, por ejemplo, esto sucede con alguien del que se ha dicho que es gracioso y cuenta bien chistes, hasta un arquitecto al que le valoran las casas que diseña o con un pintor que recibe reconocimiento por los cuadros que pinta.
Los adultos tienen temor, la mayor parte de las veces infundado, a reconocer los méritos de los niños, lo que se refleja en ese comentario tan del folklore de los padres: "con su deber no más cumple". ¿Se imagina lo gris que podría ser su vida si las personas que lo rodean tuvieran frente a sus esfuerzos una actitud semejante?
Sentir la valoración por lo hecho produce una sensación "calentita" que se origina en el sentimiento de sentirse bien consigo mismo.
En varias ocasiones he insistido en la necesidad de dar un reconocimiento, lo más explícito posible, de los logros y avances de los niños y las niñas. Esta insistencia, que puede incluso parecer majadera, se basa en la observación reiterada, que es una carencia que se da con mucha frecuencia en los contextos escolares y familiares.
Recuerde que una actitud de esta naturaleza afecta negativamente las relaciones familiares, además de su impacto negativo en la formación de la imagen personal en los niños. La capacidad de hacer esfuerzo en las personas y los niños no son una excepción, se aumenta enormemente por dos variables, el éxito obtenido y el reconocimiento recibido por lo hecho.
No se trata de inventar logros, sino de tener la inteligencia emocional de reconocer lo que sus hijos e hijas hacen bien o en aquello en que están progresando, ya que este reconocimiento es uno de los mayores estímulos que usted puede dar a su crecimiento personal, para la confianza en sí mismo, y además un estímulo poderoso para aumentar su interés por aprender.
Neva Milicic.