Educar a los niños para un mundo cambiante
Por Neva Milicic, sicóloga
A veces, los padres nos olvidamos de que los niños deberán vivir en un mundo que no es el nuestro e intentamos, a cualquier costo, adaptarlos a nuestra peculiar visión. Pero el mundo en que ellos vivirán es poco predecible para sus padres.
Los niños y adolescentes de hoy deberán reconstruir su proyecto de futuro, asimilando las realidades que les tocará enfrentar. Les corresponderá hacer una reconstrucción personal de lo vivido, en que guardarán lo mejor de su pasado y necesitarán asimilar los cambios que les permitirán vivir en el mundo en que estarán.
En la medida en que es difícil predecir el lugar en que estarán, se requiere ayudarlos a estar abiertos a los cambios, a las nuevas tecnologías y a los nuevos escenarios.
El desarrollo del niño está influido por los cambios culturales; los padres deben ir incorporando estos cambios para ayudarlo a insertarse. Por ejemplo, si en una familia se permite que los niños accedan en forma controlada al computador, le facilitan su adaptación a una tecnología que cada día tiene un lugar más preponderante en la sala de clases.
Si bien será necesario mantener algunas viejas tradiciones, como jugar al luche y saltar el cordel, es aconsejable posibilitar el acceso de los niños al computador y a los videojuegos, que son formas en que los niños interactúan en esta generación; no permitirlo será un factor limitante para su desarrollo educativo, teniendo las precauciones para que no constituyan una adicción que limite otros aspectos de su desarrollo social.
Está claro que muchos de estos juegos son un real desastre desde el punto de vista del contenido, pero ello obliga a los padres a elegir aquéllos que permitan un efecto educativo positivo. Podemos acompañar a los niños en la aventura de aprender por ese medio. Será un espacio en que el niño siente que puede enseñarnos, y de paso será una manera de flexibilizar nuestras mentes incorporando nuevos aprendizajes.
Si las estructuras escolares estuvieran más abiertas al cambio, los colegios no serían percibidos por los niños y las niñas como tan aburridos y poco motivantes. Sucede quizás lo que planteaba Mc Luhan al decir que a veces conducimos un coche a 200 Km/h, mirando por el espejo retrovisor en vez del parabrisas. Hay que estar alerta a los cambios para así ir preparando mejor a los niños para el futuro.
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