Las esperadas vacaciones
Por Neva Milicic sicóloga
Las vacaciones nos dan esa oportunidad maravillosa para estar sin presiones de tiempo con las personas que más queremos. Nos permiten esa sensación de plena libertad para pasear y estar sin restricciones ni obligaciones, donde el "hay que" se reemplaza por lo que se quiere hacer. Y ése es el verdadero sentido de las vacaciones. Mucho más que el dónde, lo que descansa y reenergiza es el con quién y lo que se hace. Marcela Serrano sostenía en una de sus novelas que la verdadera miseria es no tener tiempo. Y los adultos, pero también los niños y los adolescentes, suelen vivir presos de la tiranía del reloj; el tiempo está calculado al minuto. Por bien que lo esté pasando, si llega la hora de la próxima actividad, la sentencia es "lo lamento, pero me tengo que ir". Lo mismo sucede si se está aburrido en una clase, el niño o la niña deben resistir hasta el final presos de la variable tiempo. Vivir en esa sensación de que el tiempo está determinado por los otros sin margen de libertad, y que además hay que aprovecharlo y rendir, es por supuesto tensionante y desgastante para todos. La más clara señal de que las vacaciones son imprescindibles es cuando las personas se ponen de mal humor al momento de hacer sus quehaceres habituales, los cuales le parecen poco motivantes, y son vividos como una pesada carga. A veces los niños y los adolescentes se encuentran tan sobreagendados, como ejecutivos de un banco, que en sus apretadas agendas no queda tiempo para jugar, para compartir con sus amigos o con su familia, y se encuentran sometidos a las presiones de lo urgente sobre lo importante. Los vínculos afectivos realmente significativos necesitan tiempo para desplegar esa energía y ese bienestar que da la disponibilidad para estar plenamente, sin restricciones, libres de las demandas externas. El no darse el tiempo daña las relaciones y da una sensación de tacañería afectiva. Las vacaciones son un período en que los cambios de hábitos no sólo están permitidos, sino que son altamente recomendables. Tener la libertad de levantarse tarde y tomar desayuno en cama un día y al otro madrugar para hacer una caminata matutina por la playa para ver el amanecer son parte del encanto de las vacaciones. A veces salir a veranear por diferentes razones no es posible, pero igual para los niños son vacaciones, y hay que crear esos espacios mágicos paseando por la ciudad y sus alrededores, para conocer las plazas, visitar algún museo o dormir en carpa con sus amigos o primos en el jardín. En vez de quejarse por lo que no podemos tener, hay que abrirse a disfrutar lo que se puede, logrando un clima de diversión en actividades cotidianas, como cocinar juntos una receta nueva o escalar un cerro...Si las relaciones familiares están tensas, a veces lo mejor es no presionarse a pasar todo el día juntos, programar algunos espacios por separado y cuando están reunidos deponer las actitudes violentas de manera que los hijos no paguen la cuenta de las dificultades de pareja de sus padres. Que unas vacaciones sean exitosas depende básicamente de la actitud interna de los padres y de bastante planificación, y en esa planificación hay que considerar las necesidades de los que cuidan, para que las vacaciones sean reponedoras y favorezcan un año saludable. Una señal de autoestima y autocuidado es pensar y programar las vacaciones con sabiduría. ¿Cumplen sus vacaciones de este año este objetivo?
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