martes, marzo 06, 2007

Un nuevo año escolar

Por Neva Milicic Sicóloga
El inicio del año escolar es para todos, padres, profesores y estudiantes, un momento para reflexionar, lograr una convivencia armónica con el colegio. El objetivo es trabajar en forma conjunta en una atmósfera de buen trato y de respeto, donde cada cual ponga lo mejor de sí para favorecer el crecimiento emocional, social y el aprendizaje académico. Los niños también parten llenos de expectativas de rendir y de "portarse bien"; desafortunadamente a veces la historia escolar previa hace que el colegio haya sido un motivo de quejas y de disputas, por lo que a veces los adultos suelen transmitir una actitud desesperanzada que sólo desanimará a los niños.
No caiga en la tentación de "leerles la cartilla" recordándoles todas las áreas de conflicto, diciéndoles por ejemplo: "Espero que este año seas capaz de levantarte en la mañanas sin que tenga que andar a los gritos como el año pasado", "También espero que cuides más tus útiles y no tenga que comprar nuevamente dos loncheras y cinco estuches'.
Estas advertencias o críticas, que pueden ser muy verdaderas, paradójicamente tienen un efecto negativo, ya que al recordar al niño las situaciones problemáticas, bajará su motivación por el colegio, y además puede operar como profecía autocumplida. También marca la relación con la desconfianza. Para poder despegar y cambiar es necesario dejar atrás las emociones negativas y conectarse con energías que impulsen a cambiar. Es mejor preguntarle a su hijo cómo quiere ser y cómo lo quiere lograr. La partida debe ser como un cuaderno nuevo en que se escribirá haciendo borrón y cuenta nueva de aquello que obstaculizó el rendimiento o la relación. Por supuesto que es necesario rayar la cancha, pero en buena, es decir, en un estado de ánimo positivo, planteando ideas a sus hijos que los hagan pensar más que dar órdenes. Por ejemplo: ¿Qué puede aportar cada uno para que éste sea un buen año? Dejar la pregunta planteada y fijar una fecha para que dos días después cada cual traiga sus propuestas. Lo valioso aquí es que el proceso de reflexión y el compromiso personal de autodisciplina reemplacen las actitudes inculpatorias. Tanto los padres como los hijos deben asumir un pacto de cooperación para que este viaje que comienza se transforme en una experiencia que, a pesar de lo cansadora, pueda ser vivida como enriquecedora, y en la cual los niños se sientan acompañados y comprendidos, más que vigilados por sus padres.
En la medida de lo posible, hay que validar las proposiciones de los hijos confiando en que ellos podrán lograr conseguir lo que se han propuesto. No hay recurso educativo que pueda reemplazar a la confianza que los hijos sienten que sus padres depositan en ellos.
Mucho ánimo y esperanza para este año que comienza.

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