lunes, marzo 05, 2007

Volver a clases

Por Neva Milicic Sicóloga
Las vacaciones llegan a su fin y comienza el ajetreo que supone la vuelta al colegio con la preocupación de los materiales y de los uniformes, la compra de zapatos y sobre todo la difícil acomodación psicológica a la rutina escolar, con la inevitable levantada temprano. Si bien la vuelta a clases tiene algo en común para todos los niños, este rito de inicio para cada familia tiene un significado diferente, que está marcado por la historia escolar previa, algo que hay que enfrentar con una actitud esperanzadora. Para los niños pequeños, dejar la protección familiar y partir a enfrentar las exigencias y demandas que supone un contexto más impersonal, implica una separación de lo conocido y una apertura al mundo que lo ayudará a ser más autónomo y más independiente. Al cruzar la puerta del colegio comienza para los niños una vida propia, en que los padres pueden acompañar a sus hijos e hijas, pero que es tarea de ellos. Son muchas horas en que cada niño en forma autónoma deberá compartir con otros de su edad y en las que aprenderá a colaborar y también a defenderse. Es necesario que los niños, especialmente en la educación básica y media, perciban que los padres respetan y alientan su autonomía. Es bueno participar en el colegio, estar alerta a sus necesidades y a dar apoyo, pero sin invadir y sin infantilizarlos. Escuchar, apoyar y generar confianza en sus propios recursos son las tareas de los padres en esta etapa. Recuerde que la ayuda innecesaria de algún modo constituye un obstáculo para el desarrollo de los hijos. La familia es el lugar de donde parten. Los padres deben estar ahí para apoyarlos y estimularlos, pero es bueno que el niño perciba que el colegio es "su espacio y su lugar" para aprender. Permítale tomar algunas decisiones, desde el color de las carpetas, el lugar donde guardará sus libros, aprender a tomar esas pequeñas decisiones, lo harán sentirse responsable. Hay tanto en la infancia y en la adolescencia que está reglado y dado. A veces en el contexto escolar queda muy poco espacio para la libertad, y es por eso que los niños se sienten muchas veces oprimidos por el sistema escolar. No hay que ejercer mucha presión ni sembrar temor con frases como "ojalá que este año te vaya mejor" o "si no te sacas un promedio de 6, olvídate de salir el fin de semana". Es bueno hacer algún rito de despedida de las vacaciones y de comienzo del año escolar, para marcar que cada año es una nueva etapa, en que empiezan nuevos desafíos del aprendizaje. Puede ser una ida a un lugar preferido del niño, o adquirir un material escolar muy especial, una agenda bonita para organizarse, o simplemente arrendar una película y verla juntos, o bien sacar una foto para inmortalizar el momento. Hay algunos colegios que marcan el inicio del año preguntándoles a los niños qué les gustaría aprender. Para algunos será descubrir el mundo de la lectura, en el que aprenderán que las letras le hablan. Para un adolescente podrá ser el inicio en la filosofía, en la búsqueda del sentido, y para otros, el interés de progresar en computación. No sabemos que traerá el futuro, pero sí sabemos lo que se puede disfrutar hoy. Especialmente si el año pasado no fue tan bueno, no exagere con advertencias y amenazas; transmita una actitud esperanzadora y positiva. Fije en común las reglas y los hábitos de trabajo, de manera que no haya que negociar cada día. Es necesario considerar al establecer estas reglas que los niños pasan 7 u 8 horas en la sala de clases y que son cansadoras. Entonces programe junto con su hijo una rutina que se pueda cumplir, en la que haya espacio para el juego, para el desarrollo de los intereses y para un encuentro padre-hijo que no esté teñido por demandas ni exigencias.