El delicado equilibrio entre el dar y el recibir
Por Neva Milicic, sicóloga
Qué damos? y ¿qué recibimos en la vida familiar? Los hijos aprenden en su familia muchísimas cosas; interiorizan valores, aprenden a generar vínculos personales y desarrollan un sinfín de habilidades específicas. Aquello que les es entregado, y que sienten que reciben de su familia, será lo que podrán traspasar a la suya en el futuro. De ahí la responsabilidad de pensar: ¿Qué les estamos entregando a nuestros hijos? y ¿qué no les estamos dando? Esta autoevaluación podrá ayudarnos a ampliar lo que los hijos reciben. Y esto no es trivial, ya que ello constituye la cultura familiar y es una herencia intergeneracional.
Lo que la socialización familiar entrega es un elemento que influye significativamente en lo que se es y, a su vez lo que se será capaz de dar en el futuro a los propios hijos. Si bien los seres humanos tenemos una gran libertad para reinventarnos y para desarrollar aspectos que a lo mejor en la familia de origen no estuvieron presentes, sería ingenuo negar que lo recibido constituye un ingrediente esencial en lo que se llega a ser.
Si en su familia la tolerancia y la ternura fueron aspectos insuficientemente desarrollados, resultará más difícil que usted transmita estos esenciales componentes de los vínculos afectivos a sus hijos, pero no imposible. Si es capaz de darse cuenta de qué es lo que faltó en la relación con sus padres, puede buscar formas de desarrollarlo, por ejemplo, yendo a terapia, o imitando los modelos familiares que a usted le parezcan que son más completos que el que usted tuvo.
Ambos padres entregan a los hijos aspectos diferentes y aportan a la socialización y ella es enriquecida. Se ha sostenido que las personas buscan en sus parejas aquellos aspectos que le faltaron en su familia de origen. Es decir, si usted siente que le faltó protección o seguridad en su infancia, tenderá a esperar que sea su pareja la que proteja y aporte la seguridad para fortalecer a la familia. Pero si alguien ha recibido demasiado poco, sería peligroso y dañino para la vida familiar esperar que sea el otro quien lo ponga todo. Cualquier relación para que sea satisfactoria para ambos requiere de un equilibrio entre el dar y recibir.
Este ejercicio de pensar qué da y qué recibe en su vida familiar no lo transforme en una forma de agresión. Evalúe cuánto puede dar y cuánto puede recibir, y piense qué es lo que está faltando en su familia y cómo pudieran poner lo que falta entre todos. Aunque las fallas existentes se expliquen por su propia socialización, siempre puede mejorar.
La familia puede ser una oportunidad para reparar y dar a sus hijos aquellos aspectos o carencias que se tuvieron en la infancia y así no repetir de generación en generación modelos de vida familiares poco satisfactorios. Recuerde que estamos influidos, pero no determinados.
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