viernes, julio 13, 2007

Cambiar los guiones negativos

Por NEVA MILICIC sicóloga
La mamá de Tania se quejaba de la dificultad que tenía su hija para obedecerle, pese a que la había castigado y retado por desobediente en muchas ocasiones. "Estoy harta de repetir lo mismo hasta el cansancio sin resultado", decía.
Para conseguir el resultado, la madre de Tania tenía que cambiar el guión. Brooks y Goldstein, dos psicólogos americanos, en su libro "Cómo fortalecer el carácter de los niños", explican la importancia de los guiones en la paternidad y sostienen que "las palabras y conductas usadas al criar nuestros hijos, reiteradas una y otra vez en situaciones similares y en formas análogas con resultados predecibles, se convierten en los guiones de la paternidad".
Cuando los guiones dan resultados positivos, deberían seguir siendo utilizados; pero con frecuencia estos guiones son ineficaces y negativos para ayudar al niño a desarrollar un carácter positivo, y es necesario cambiarlos.
Es habitual que ante la falta de resultados, muchos padres insistan en una misma forma de enfrentar el problema, e incluso intensifiquen su comportamiento, con lo que sólo logran aumentar los conflictos.
En el caso de Tania, cada vez que ella desobedecía, los gritos iban en aumento.
El padre decidió consultar cuando la niña, que tenía siete años, empezó a mentir como una forma de evitar el castigo y el descontrol de sus padres.
Las mentiras de Tania fueron para sus padres una señal de que era imprescindible cambiar la forma de tratarla, y por eso acudieron en búsqueda de ayuda.
Y por supuesto cambiar un guión negativo y reescribirlo en positivo no es tan fácil, porque los guiones de la paternidad se basan en nuestras creencias, acerca de cómo hay que educar a los hijos, y en la forma en que se fue educado en la infancia y la adolescencia, que aunque no les haya gustado a los padres en su propia infancia, sin duda influye en forma de piloto automático en el modo de educar.
El cambio de guión pasa por detener la escalada de críticas y quejas que han resultado insuficientes para conectarse empáticamente con el niño, y desde allí encontrar oportunidades para alentar y desarrollar lo que se quiere lograr.
A veces un cambio mínimo en la conducta de los padres en la forma de pedir y enseñar tiene un enorme impacto en los comportamientos de los niños y en la actitud hacia sus papás.
Es bueno preguntarse para reescribir el guión con que tratamos a los hijos: ¿Es una forma de enseñarles respetuosa y conectada con sus emociones? o ¿les expreso suficientemente cuánto los quiero?
Abrirse a cambiar aquellas expresiones que usamos con frecuencia y que han deteriorado el ambiente familiar, y no han tenido impacto en transformar las conductas del niño, es una señal de madurez emocional y de preocupación por el bienestar de nuestros hijos.