viernes, junio 08, 2007

Por qué enseñarles a anticipar

Por Neva Milicic
Sicóloga

Cuando un niño aprende a anticipar se supone que lo ha hecho porque ha reflexionado y, por lo tanto, es capaz de tomar mejores decisiones y de anticipar riesgos. Aunque hay una base genética en este comportamiento, se puede favorecer su desarrollo a través de la estimulación, gracias a la plasticidad del sistema nervioso central durante la infancia y la adolescencia.

Jeff Hawkins, que es el creador de la agenda Palm, sin la cual a muchos de los padres y de las madres les costaría más organizar su día, sostiene que la esencia de la inteligencia humana está en su capacidad de predecir. Con los beneficios económicos que obtuvo con esta tecnología creó un Instituto de Neurociencias, orientado a favorecer la investigación en este campo.

Una parte importante de la capacidad de predicción se encuentra en el neo-cortex, que recubre la zona más externa del cerebro. Esta zona del neo-cortex, de sólo dos milímetros de espesor, está dividida en seis capas, y en ella están los conocimientos, los recuerdos, las habilidades y las experiencias acumulados. En sus 30.000 millones de neuronas está almacenado todo aquello que hace a las personas inteligentes.

Cuando alguien es inteligente, plantea Hawkins, es capaz de predecir, porque relaciona una cosa con otra; eso permite que la conducta humana, igual que su cerebro, sea esencialmente plástica. Es durante el desarrollo que a través de la estimulación se produce la interconexión de las neuronas prefrontales. Se ha sostenido que la insuficiente capacidad de predecir los riesgos que tienen los adolescentes se debería a que su proceso de interconexión neuronal no está consolidado. Este proceso de maduración tiene que ver con la experiencia y con la estimulación.

Los niños y las niñas deben "aprender a predecir" y eso les puede producir placer. Por ejemplo, imaginar qué va a pasar mañana o, cuando se esta viendo un video, interrumpir la puesta en escena y hacer conjeturas de cómo cree cada cual que seguirá la película, o cómo piensa que terminará.

Anticipar y predecir son dos funciones que también se desarrollan por modelo. Cuando un niño ve que su padre revisa el diario para ver cómo está el tiempo en la ciudad que va a visitar y hace la elección de su ropa según esta información, le está enseñando a anticipar.

Las preguntas: ¿Cómo crees tú?, ¿cómo te imaginas que...? o ¿qué sabes de...?, son preguntas claves para desarrollar una buena capacidad de anticipación. Las experiencias predecibles desarrollan esta capacidad de anticipar ya en los lactantes. Cuando una madre "juega a las escondidas con su hijo pequeño", el niño anticipa que detrás de la mantilla aparecerá la figura de la madre; y más tarde cuando llega su abuela, anticipará que a lo mejor le traerá un regalo. Más adelante el adolescente podrá anticipar que es altamente probable que si el profesor se enoja durante el transcurso de la clase por la falta de atención de ellos, probablemente la próxima clase les haga una prueba sorpresa.

Anticipar le ayuda a una adolescente con un novio violento a entender que posiblemente esa violencia se repetirá en el matrimonio, o a un hombre joven a entender que una novia calculadora será difícilmente una madre altruista.

Una clave importante en la toma de buenas decisiones la constituye la capacidad de anticipar, y ella puede ser desarrollada en forma cotidiana por los padres, ayudando a los niños a entender las claves de hacerlo bien en las pequeñas y grandes decisiones, pero sobre todo enseñándoles a anticipar por modelo.