martes, mayo 29, 2007

Cuidado con las actitudes despectivas

Por NEVA MILICIC sicóloga
Pocas conductas de los padres son más nocivas y destructivas para un niño que el ser tratado en forma despectiva por ellos. Ser descalificador no sólo es dañino para la interacción con los hijos, sino que asumir una actitud despectiva tiene para todas las relaciones humanas un poder destructivo incalculable.
La arrogancia es un pecado capital y los niños perciben cuando sus padres son arrogantes. El cerebro tiene una poderosa capacidad de percepción subconsciente en las relaciones que mantiene con otras personas, es por ello que el comentario "el niño no se da cuenta de lo que pasa" resulta casi ingenuo. Es posible que un niño no lo pueda verbalizar, es decir, que no pueda poner lo que percibe en palabras, pero está claro que se da cuenta perfectamente de las actitudes despectivas. Las percibe como un rechazo que es especialmente grave cuando provienen de los padres, que son quienes deberían cuidarlo, protegerlo y enriquecer su percepción de sí mismo, y esto que sucede con los niños, también pasa con las amistades y con las parejas.
Hay pautas en la relación de pareja que permiten pronosticar si una pareja seguirá junta o si tendrá problemas y uno de los más fuertes predictores es el desprecio o bien la sensación de sentirse despreciado(a).
Hay personas que cuando alguien se equivoca, comete un error o no está de acuerdo con ellos, presentan una actitud negativa de tal intensidad emocional en la relación que puede ser muy destructiva para el niño o la niña.
Macarena, de 17 años, sostiene con mucha pena: "A veces dudo que mi madre me quiera. Cuando me mira y me dice estás tan gorda, que si sigues subiendo de peso vas a parecer una vaca. A veces no puedo creer lo que oigo, me da miedo sentir tanto odio por ella y me digo, ¿por que habrá sido mi mamá?".
Lo peor de esta situación es que al conversar con la madre de Macarena sobre estos comentarios, ella sostiene que sólo fueron hechos para que Macarena se pusiera a dieta y se viera más bonita. Pero las intervenciones se juzgan por los resultados y no por las intenciones.
Macarena se siente despreciada por su madre, se percibe gorda y fea, indigna de ser querida y poco valorada. La rabia que tiene contra su madre también la vuelca hacia sus amigas, a las que siente más bonitas que ella. Y como si todo este daño hecho con "buena intención" no fuera suficiente, Macarena aprendió a tener una actitud despectiva, siendo muy descalificadora con sus amigas, las que se fueron alejando y dejándola sola.
Asumir actitudes despectivas hacia otro también tiene como efecto que el niño o la niña asuma frente a las diferencias actitudes despectivas, lo que le provocará a su vez un rechazo enorme en sus relaciones interpersonales, "porque el que siembra viento, cosecha tempestades".
Lo opuesto al desprecio y a una actitud arrogante y desvalorizadora es enseñar a los niños a dulcificar la mirada frente a los demás, a valorar las diferencias y la diversidad, permitiéndoles desarrollar la capacidad de ternura y de humanidad que se requiere para vivir, así que tenga cuidado cuando tenga la tentación de descalificar en forma arrogante a su hijo o a alguna persona de su mundo cercano.