Estimular competencias, no señalar los déficits
Por Neva Milicic Sicóloga
La sicología actual busca desarrollar en padres, profesores y niños, un enfoque basado en desarrollar las competencias más que centrarse en señalar los déficits. Nadie termina trabajando o siendo feliz en aquellos dominios que le resultaban especialmente difíciles; en cambio, la mayor parte de las personas productivas trabaja en aquellas áreas que es claramente competitiva.
Educar a los hijos no es tarea fácil, especialmente cuando los padres tienen expectativas en relación a sus hijos e hijas que ellos no pueden cumplir, ya que hay una tendencia a sentirse frustrados y a creer que no tienen éxito en lo que a los padres les importa porque no se esfuerzan lo suficiente y no porque objetivamente les cuesta.
Benjamín, el hijo menor de una familia, en que ambos padres eran profesores universitarios, con posgrados obtenidos en el extranjero, ha sido durante su paso por el colegio un alumno promedio, lo que preocupa a sus papás, porque estiman que es un muy mal rendimiento.
Benjamín es un niño sociable, un hábil negociador y un buen deportista, pero está con una sensación de malestar y tristeza por haber decepcionado a sus padres, a quienes sus triunfos deportivos no parecen importarles mayormente.
Mirar las fortalezas de los hijos y darles las oportunidades para desarrollarlas es una señal de aceptación incondicional de los padres, y sabiduría. Imagine que la mamá de Pelé le hubiera prohibido jugar fútbol por sus notas mediocres.
Esta mirada sobre las fortalezas de los niños debe no sólo estar enfocada al éxito, sino que debe haber una atribución de este éxito a sus esfuerzos y a sus capacidades.
La validación de las capacidades de los niños por los adultos significativos es la fuente más importante de seguridad personal. A veces, en el mundo exigente que vivimos, se nos olvida que educar no es sólo suprimir comportamientos en los niños, sino que agregar valor a aquello que los hace realmente especiales y felices. Para educar adecuadamente en un enfoque de competencias hay que preguntarse: ¿Qué hace bien mi hijo? ¿Con qué tareas es feliz? ¿Valido sus competencias y sus intereses? ¿Le doy oportunidades de desarrollo? Un enfoque basado en las competencias tiene la ventaja adicional de mejorar el vínculo padre–hijo.
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