lunes, noviembre 05, 2007

Aprenda a frenar

Por Neva Milicic, sicóloga
Un error frecuente y del que no se tiene conciencia al momento de educar a los niños, es el no saber frenar a tiempo cuando se está reconociendo a un niño o una niña que realizó algún progreso en un área deficitaria. Por ejemplo, si escribe con buena letra al realizar una tarea, cuando habitualmente en sus trabajos tiene mala caligrafía. Posiblemente este esfuerzo sea estimulado por sus padres, diciéndole "muy bien, qué bonito te quedó".
El problema que llamo "no saber frenar" se origina después de este bien ganado elogio, cuando en forma casi instantánea, los padres continúan agregando ¿"ves que puedes"?, "ahora sí que te quedó bien".
Usted se preguntará y ¿qué tiene de malo este comentario?
A simple vista aparece muy pedagógico, pero lo negativo radica en que este comentario incluye una velada crítica al comportamiento habitual del niño al escribir, recordándole que su letra es fea.
Comentarios como éste, hechos con la mejor intención, abren en la mente del niño o la niña, la carpeta emocional del fracaso, de la angustia y de las dificultades en la relación. Así, de forma involuntaria, se disminuye el impacto emocional positivo que tenía el elogio.
Para ponerlo en fácil, imagine usted a una madre que se esmera en ordenar la casa y tenerla bonita para cuando llegue su marido, lo que no es fácil cuando hay niños pequeños. Recibe un comentario elogioso de parte de él, ¡"qué bonita está la casa"!, pero a continuación una frase lapidaria: "Así podría estar siempre, ¿ves que es posible? ¡Da gusto llegar a una casa ordenada!'.
Esta verbalización hecha sin ninguna mala intención, probablemente logrará que esa madre se sienta descalificada, que se enoje con el marido y sin duda no servirá de estímulo para que ella continúe en su afán de ordenar. O si un marido se levanta gentilmente a hacer el desayuno el domingo en la mañana y recibe como refuerzo una frase del tipo "¡qué bueno, mijito! Ojalá lo hiciera así todos los domingos para poder descansar, ¿se da cuenta el trabajo que es?".
Estas reflexiones que, aunque podrían ser muy justas, tienen el poder de anular el efecto original de dar reconocimiento por lo realizado, y se transforma en una crítica encubierta que provocará un conflicto en la relación. Por eso, cuando su intención sea dar un estímulo o reconocimiento, hágalo con intensidad y afecto, pero tenga el suficiente autocontrol como para ahorrarse todos los comentarios que inevitablemente y legítimamente se le vendrán a la memoria. Haga stop; siempre lo que se dice hay que sentirlo; pero si se quiere conservar sus vínculos afectivos, no es necesario decir todo lo que se piensa y siente.
Para desarrollarse, los niños necesitan sentirse lo más validados posible, ser reconocidos en sus logros, y les es muy dañino que se les recuerde todo el tiempo sus incompetencias. Es recomendable reconocer sus logros, sin hacer alusión a las dificultades. No es fácil aprender a frenar, pero sí es un gran modo de tener buenas relaciones interpersonales.